BUENOS AIRES – Actores, directores, dramaturgos, periodistas y simples amantes del teatro hicieron cola, el viernes 7 de junio, frente a la entrada de Argentores, la asociación que agrupa a los autores de textos teatrales, para despedir a Roberto "Tito" Cossa, el último exponente de la generación del "Nuevo Teatro Argentino". Una corriente, de la que también formó parte Ricardo Halac, que surgió en los años sesenta y setenta y que se basaba en la búsqueda de un "nuevo realismo".

Otro ciclo cumplido, otro telón que se cierra con el fallecimiento, a los 89 años, de uno de los autores más influyentes del teatro argentino, que había sido elegido presidente de Argentores en 2007 y que luego permaneció activo en la institución como presidente honorario. Un papel que siempre se había tomado en serio, ocupándose de actividades culturales.

También en 2007 fue declarado ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por la Legislatura porteña.

Cossa también había trabajado como periodista y guionista de cine.

Si no fuera el apellido que delata los orígenes italianos de Cossa y su cercanía a la cultura de las raíces "tanas" de Argentina, bastaría recordar el título de su obra más famosa, La Nona. No abuela, sino nona, el término italiano adaptado al cocoliche (una especie de pidgin hablado por los primeros inmigrantes que mezclaron italiano y castellano). Y sobre todo el que se utiliza entre parientes, cuando se habla dentro de la familia.

La Nona, ópera tragicómica estrenada en 1977, es la historia de una familia de clase media baja, reducida al hambre por las políticas ultraliberales de la dictadura, simbolizada por la anciana abuela, con su apetito voraz y salud de hierro, lo que obliga a los demás miembros de la familia a trabajar hasta morir, para poder alimentarla.

Una acusación social que nunca fue censurada, pese a la mano de hierro de la dictadura, porque iba disfrazada de farsa.

Tradicionalmente el papel de la Nona es desempeñado por un hombre.

En 1979 la obra fue transformada en película, dirigida por Héctor Olivera, con guión escrito por el propio Cossa. El personaje principal estuvo a cargo de Pepe Soriano, otro monstruo sagrado del cine y el teatro argentino.

Otras obras famosas de Cossa son Yepeto (1987, historia de una relación entre un profesor y su alumna, también llevada al cine) y Gris de ausencia (1981, que investiga la migración de retorno de una familia de italianos que regresan de Argentina a Roma

“Para nosotros Titto Cossa es como un padre de la patria, sin duda uno de los padres de la dramaturgia argentina de la segunda mitad del siglo XX”, dice Ignacio Apolo, dramaturgo, director y docente de la Escuela metropolitana de arte dramático (Emad) de Buenos Aires. Aires, un instituto público para la formación de profesionales del teatro.

Entre los años 60 y 70 el teatro argentino se vio afectado por una disputa entre dos vertientes.

“Por un lado, el realismo reflexivo a lo Miller, al que Cossa se remonta –explica Apolo–. Del otro, la neovanguardia de Grisela Gambaro. Luego siguió un camino muy personal, comenzando con La Nona, una reinterpretación del teatro grotesco criollo. Personalmente, me encanta Gris en ausencia. Su grandeza reside en su capacidad para retomar géneros de la tradición popular de una manera original”.

¿Qué más queda de la actualidad del teatro de Cossa? Un teatro nacido en los años setenta, una época de revoluciones y cuestionamientos de valores y paradigmas, de contradicciones aún no resueltas. Tiempos compulsivos, que también son los nuestros.

No es casualidad que Un guapo del '900 de Samuel Eichelbaum (1864-1967) y adaptada por Cossa se encuentre actualmente en cartel en el Teatro Nacional Cervantes de Buenos Aires.

“El estreno coincidió con el día de su muerte –dice Apolo-. Estuve allí y todos estábamos muy conmovidos y emocionados”.