BUENOS AIRES – Más que una asamblea anual, fue un encuentro entre amigos. Se reunieron en la sede de Agacu (Asociación Genovesa Argentina Carboneros Unidos) para hacer un balance de gestión y presentar las próximas actividades. La más importante, según destacó el presidente Sergio Brignardello, será la organización de los festejos por el 125° aniversario de la fundación, en marzo del año que viene.
Durante la asamblea no faltó un homenaje al Papa Francisco, “ligur por parte de abuela”, como recordó Fabio Borroni, vocero de la congregación de los cristezzanti, los fieles encargados de llevar los crucifijos en las procesiones.
También se recordó al histórico presidente de Agacu, Italo Garibaldi, quien en 1998 impulsó el cambio de nombre de la asociación de “cosmopolita” a “genovesa”, reflejando el origen regional de la mayoría de sus socios.
Garibaldi había donado una escuela a la provincia de Santa Cruz, en el lugar donde por primera vez pisó tierra argentina un genovés. “Una lástima –recuerda Brignardello– que el intendente local usara esa plata para pagar sueldos municipales y no para construir el edificio.”
Borroni destacó que no faltan obras filantrópicas hechas por ligures en la historia argentina. Por ejemplo, Santiago Copello, el primer cardenal argentino, era genovés. “Y muchas parroquias se construyeron con donaciones de inmigrantes de Liguria”, contó. Una de ellas es Mater Misericordia, en pleno centro porteño, que nació como “iglesia italiana”. Otra es Nuestra Señora de la Merced, en Caseros, que está cerca de un convento de monjas de Savona.
En la asamblea había muchos motivos para celebrar. Primero, el reconocimiento oficial que recibió Agacu en marzo, cuando fue declarada de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Y también la reciente ascensión del Entella a la Serie B, el club de la ciudad de Chiavari (Génova), muy querido por los socios de Agacu, muchos de ellos originarios del Golfo del Tigullio, donde se encuentra esa localidad costera.
El Entella, que toma su nombre del arroyo que separa Chiavari de la vecina Lavagna, fue fundado en 1914 por ligures que habían emigrado a Argentina. “Cuando hicieron fortuna del otro lado del océano, decidieron volver a Italia –cuenta Brignardello–. Y en homenaje al país que los había recibido, adoptaron los colores de la selección argentina para su camiseta: blanco y celeste.”
Una historia espejo de la del Boca Juniors, fundado en 1905 por cuatro jóvenes ligures, entre ellos los hermanos Farenga. Uno de sus descendientes, Daniel, estuvo presente en el encuentro y emocionado contó que en agosto, en Muro Lucano (Potenza), se va a inaugurar un centro deportivo que llevará el nombre de su abuelo y su tío abuelo. Los Farenga también tenían raíces lucanas, y parte de la familia venía de esa región.

Daniel Farenga, de pie, durante el acto.
El Entella había logrado el ascenso a la Serie B en 2014, pero luego descendió. “¡En 2025 volvió a la B!”, festeja Brignardello. En la sede de Agacu, donde hay un rincón dedicado al club, con banderas y camisetas, suena en loop el himno del Entella, compuesto por el músico de tango porteño Pablo Banchero, autor también de un tango dedicado al Papa Francisco y, por supuesto, a Boca.
“El fútbol es una herramienta extraordinaria para interpretar la historia y la sociedad –concluye Brignardello, que además representa a la minoría en la comisión directiva de Boca–. Lástima que eso no lo entiendan ni los políticos ni los dirigentes del deporte”.