BARILOCHE – Para celebrar el Día Internacional del Chocolate solo se podía elegir el 13 de septiembre, en honor al natalicio de Roald Dahl, autor del famoso libro Charlie y la fábrica de chocolate.
Las semillas del cacao son el ingrediente principal de esta preparación, que, aunque tiene su origen en América, alcanzó su máxima expresión a los pies de los Alpes.
Por eso el centro de producción de chocolate en Argentina es Bariloche (el lugar más cercano a los Alpes del país). Sin embargo, fue Aldo Fenoglio, un inmigrante italiano que llegó a la ciudad patagónica en 1948, junto a su esposa Inés Secco, quien guió su desarrollo.
Aldo había nacido en Piamonte en 1912 y conoció a la veneciana Inés cuando esta empezó a trabajar en la pastelería de la familia Fenoglio en Turín. En 1939 el matrimonio decidió venir a la Argentina en busca de un nuevo comienzo, mientras en Europa estallaba la Segunda Guerra Mundial.
Después de haber vivido en Rosario y Mendoza, la pareja descubrió en Bariloche un paisaje que les recordaba a las montañas del norte de Italia, específicamente a los Alpes donde se sitúa Turín. En 1948 decidieron establecerse allí y fundaron la pastelería Tronador, en honor a una de las montañas cercanas. Fue en ese lugar donde empezaron a elaborar y vender chocolates caseros.
Aldo tenía un talento especial para adaptar sus productos a los gustos locales, modificando recetas tradicionales italianas para satisfacer el paladar argentino, que prefería lo dulce a lo amargo.
La calidad y el sabor de los chocolates creados por Aldo Fenoglio se convirtieron en una marca distintiva de la ciudad, en particular el chocolate “en rama”, enrollado con una espátula para formar un tronco plisado, similar a la corteza de un árbol.
A partir de la década del sesenta, con el auge del turismo en Bariloche para lunas de miel, se extendió la costumbre de llevar chocolate a casa como souvenir. Nadie podría regresar de la ciudad del sur sin una caja de chocolates para amigos y familiares.
Atraído por este gran éxito, el hermano de Inés, Benito Secco, llegó a la Argentina y fundó la chocolatería Del Turista.
La familia chocolatera se concentró en la producción de dulces. El lugar se pasó a llamarse Fenoglio y los productos de la marca comenzaron a ser conocidos a nivel nacional. En 1970, la inesperada muerte de Aldo Fenoglio dejó a sus hijos Laura y Diego al frente del negocio familiar.
En 1996, Diego dio un paso más al crear la marca Rapanui, que hoy cuenta con doce locales en diferentes ciudades del país, una fábrica en España y exportaciones a Estados Unidos y Europa.
Bariloche sigue siendo el centro más importante de la industria chocolatera de Argentina. Son muchas las marcas nuevas que se han sumado a las creadas por los Fenoglio. Pero solo las tres fábricas locales (Fenoglio, El Turista y Rapa Nui) son las únicas que producen la materia prima que ha convertido a la ciudad en un destino de referencia para los amantes del chocolate.