BUENOS AIRES - Vive en la casa que fue de su bisabuelo de Las Marcas, en esa "tierra media" que se encuentra en el límite entre los barrios de Caballito, Villa Crespo y Paternal.
Alfredo Genovese nos recibe en esa misma casa, en medio de sus obras, mientras su gato Boris -el verdadero rey del lugar- domina la escena desde un sofá rojo. Pinturas, fotografías, libros… Y colores. Colores por todas partes.
No podría ser de otro modo en el taller del más importante artista del fileteado porteño, que continúa una tradición iniciada por inmigrantes italianos a principios del siglo XX.
El fileteado es una forma de arte popular propia de Buenos Aires, utilizada en sus inicios para decorar vagones, después colectivos y finalmente para realizar carteles y letreros de negocios y bares.
Hoy en día también se lo puede ver en objetos de diseño, tatuajes, ropa…
Las características son los colores vivos, los motivos decorativos florales, la saturación de todo el espacio disponible y los contrastes que crean una ilusión de tridimensionalidad.
Los temas combinan lo sagrado y lo profano, como sucede a menudo en la cultura popular. Se suele retratar, en mayor medida, a Carlos Gardel, el legendario músico de tango, autor de Volver, y la Virgen de Luján, un pueblo de la provincia de Buenos Aires donde se levanta una reconocida iglesia, la Basílica de Luján, destino de grandes peregrinaciones.
Alfredo Genovese nació en 1964 y estudió en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires.
“Cuando estaba en tercer año –recuerda– comencé a estudiar la técnica de fileteado. Mis compañeros de clase, que buscaban convertirse en artistas de vanguardia, se burlaban de mí".
Pero Alfredo insistió, se especializó, lejos de sentirse menospreciado por ese adjetivo “popular” que acompaña a la definición de “fileteado”. “En realidad se trata de una técnica muy compleja que requiere precisión, gran habilidad para dibujar y paciencia”, explica.
Primero se realiza un boceto en papel manteca y luego se perforan las líneas del diseño con un punzón. Se coloca la lámina sobre la superficie que se desea pintar y se crea el trazo a seguir con talco. Finalmente, se pinta con esmalte o acrílico y pinceles especiales muy largos.
"Un cartel requiere al menos 3 o 4 días de trabajo", afirma.
Foto: Comparación del boceto y la obra terminada (foto: Francesca Capelli).
En los años ‘90, Genovese vivió algún tiempo en Italia, en Monte San Pietrangeli, en la provincia de Fermo. Un regreso a los orígenes, porque de ahí desde allí llegó el bisabuelo a quien debe la casa en la que vive.
“Entre los documentos de propiedad encontramos una escritura privada con los acuerdos hechos con un usurero que le había prestado el dinero para la compra de la propiedad”, cuenta.
Hoy Alfredo trabaja con clientes privados y empresas.
A lo largo de los años hizo una línea de zapatillas Nike, botellas de Coca-Cola y de whisky de The Temple Bar, tuppers de Tupperware y la decoración del Café Havanna de Caminito, en la zona turística del barrio de La Boca, correspondiente al antiguo puerto de Buenos Aires.
Escribió cuatro libros acerca de la técnica de fileteado, expuso sus obras en Argentina y el mundo e imparte cursos a los que asisten artistas, diseñadores gráficos, tatuadores y calígrafos.
En 2012 Genovese fue declarado “Personalidad Ilustre de la Cultura” por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“Y pensar que en 1975 el fileteado corría el riesgo de desaparecer –afirma–. De hecho, ese año una ley nacional prohibió la decoración de los colectivos."
Para sobrevivir, los artistas comenzaron a pintar otras superficies y con el tiempo la técnica se extendió aún más, hasta el punto de convertirse en un rasgo típico del paisaje urbano de la capital, tanto es así que en 2015 la UNESCO la declaró “Patrimonio de la Humanidad”.