BAHÍA BLANCA (BUENOS AIRES) – Para Bahía Blanca fue la primera vez. Una primera vez esperada con el temor y la carga de expectativas de todo debut.
El 23 de mayo la ciudad portuaria celebró el Día de la Legalidad contra la Mafia, gracias a la iniciativa conjunta que reunió a la Sociedad Dante Alighieri (que puso a disposición la sede), el Consulado, el Comites y el Movimiento de las asociaciones voluntarias italianas, que también se ocupa de la cooperación internacional (Modavi).
Fue un joven voluntario que se encuentra realizando el servicio civil en Bahía Blanca, Vincenzo D'Agostino, quien propuso organizar un acto público.
“Vincenzo es de Capaci, el lugar del ataque en el que fue asesinado el juez Giovanni Falcone en 1992 –explica Bruno Cimatti, historiador y profesor de la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca–. Este año le tocaba pasar el 23 de mayo por primera vez lejos de casa y pensó en organizar una ceremonia acá. En ese momento, me contactaron a mí, como historiador, para involucrar a la universidad y a las instituciones”.
La ceremonia en la Dante Alighieri no fue sólo un acto formal, sino también una oportunidad para la reflexión histórica y política.
Vincenzo D'Agostino habló de su infancia a la sombra de la masacre de Capaci (la ciudad cercana a Palermo donde se produjo el atentado en el que, además de Falcone, perdieron la vida su esposa y tres hombres de su escolta), de su familia -comprometida en la lucha contra la mafia- y de los valores que recibió a través del ejemplo de sus padres.
Desde Italia, el alcalde de Capaci envió un mensaje grabado para recordar los hechos de 1992 y expresar su cercanía a la iniciativa.
El cónsul Nicola Bazzani recordó el compromiso del Estado italiano contra el crimen organizado, compromiso que permitió detener la ola de violencia y ataques de principios de los años noventa sin apartarse nunca de la legalidad.
“Desde Buenos Aires nos acompañó María Soledad Balsas, investigadora del Conicet que estudia las mafias en Argentina –dice Bruno Cimatti–. Habló acerca del viaje de Falcone de 1991”. Uno de los objetivos del viaje era interrogar (e intentar extraditar) a Gaetano Fidanzati, un jefe narco detenido en Argentina.
“Por último, hice un repaso histórico –agrega– y me centré en el uso indiscriminado del término 'mafia' para aludir a cualquier forma de corrupción, asociación criminal, malas prácticas. Lo que conlleva un error, porque si todo se define así, la verdadera mafia se camufla y escapa a cualquier tipo de conceptualización”.
Muchos italoargentinos no quieren afrontar estos problemas porque todavía tienen heridas abiertas por la discriminación sufrida por sus abuelos y padres, y por ellos mismos. Tanto hace cincuenta años como en la actualidad.
“El propio Vincenzo relató que, apenas llegó a Bahía Blanca, cuando dijo que era siciliano le preguntaron si era mafioso –afirma Cimatti–. Pero también eran sicilianos Falcone y Borsellino y muchos otros jueces, policías y carabinieri que servían al Estado”.
Claro que como italianos e italo argentinos preferiríamos que Italia fuera solo un símbolo de diseño, arte, cultura y buen café. “Pero no hablar de eso es sumitirse al 'pacto del silencio' –continúa Cimatti–. Y en lugar de vergüenza, debemos sentir orgullo de ser esos sicilianos, esos italianos que luchan contra la mafia”.