LAGOPESOLE (POTENZA) – La inmigración y la emigración lucaniana tienen su propio museo. Se encuentra en Lagopesole (Potenza), en una fortaleza suaba del siglo XIII.
En el lugar se abrió un camino basado en un enfoque narrativo, que reconstruyó la historia de algunas familias que emigraron a América, especialmente a Estados Unidos, entre finales del siglo XIX y principios del siglo siguiente.
Al inicio del recorrido, el visitante elige un pasaporte, lo introduce en un lector óptico y, en los monitores de un entorno inmersivo, unos actores cuentan en primera persona la historia de las familias, reconstruida con un paciente trabajo de archivo, a la que contribuyeron también los descendientes, poniendo a disposición cartas y documentos.
El visitante recorrerá en carro -de manera virtual- el camino que lleva al puerto de Nápoles, verá las camas de tercera clase (también contados por el cantautor Francesco De Gregori en Titanic) donde, en medio un calor sofocante y con un metro cúbico de espacio cada uno, dormían los pasajeros que buscaban fortuna en América.

Uno de los entornos inmersivos del museo (foto F. Capelli).
Los paneles, la maquetación y la digitalización de los documentos son muy cuidadosos y su uso sencillo e intuitivo. También es de calidad la elección de los actores que interpretan los diferentes personajes y hablan con inflexión dialectal, lo que no es fácil dado que los dialectos lucanos se caracterizan por una extrema variabilidad.
“En la región hay 131 municipios y 140 dialectos –afirma Patrizia Del Puente, profesora de Glotología y lingüística de la Universidad de Basilicata–. En algunas zonas incluso hay influencias del norte que nos hacen comprender que estas fueron tierras de acogida, antes de convertirse en lugares de partida. Llegaron poblaciones del norte que luego se quedaron”.
El hecho de que el museo se encuentre ubicado en una fortaleza construida por Federico II no puede ser una coincidencia. Federico (1194-1250), conocido como estupor mundi (asombro del mundo), fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, rey de Sicilia y Jerusalén. Hablaba alemán, latín, griego, francés, árabe y el “ilustre” siciliano, el de la escuela poética medieval de la que también fue exponente.

El exterior de la fortaleza de Suabia (foto: F. Capelli).
Era un hombre de paz, que utilizó la diplomacia para llegar a acuerdos con el sultán, garantizar la seguridad de los cristianos en Jerusalén y evitar la Sexta Cruzada. Precisamente por eso fue excomulgado por el Papa Gregorio IX, quien en cambio le pidió que tomara las armas.
Federico es también autor del primer (y aún vigente) tratado sobre cetrería. “Un método de caza no se basa en el adiestramiento del animal, sino en el respeto y la estima recíproca”, afirma Stefano Del Lungo, arqueólogo del Consejo Nacional de Investigación (CNR) responsable de las excavaciones. Que continúan en el patio menor, donde se encontraba un hammam, probablemente utilizado por Manfredi, hijo de Federico y asesinado por Carlos I de Anjou, en la batalla de Benevento en 1266. “Era rubio, guapo y de aspecto amable”: así se le recuerda a Dante en El Purgatorio.
“Esta excavación fue un trabajo interdisciplinario –explica Del Lungo–. Trabajamos con la antropóloga Agata Maggi y con el departamento de biodiversidad de los Carabinieri Forestales, que tiene su sede en la fortaleza y se ocupa de la zona natural cercana. Queremos que este proyecto combine la biodiversidad del medio ambiente y el patrimonio cultural”.

Tommaso Serafini (foto: F. Capelli).
El castillo de Lagopesole ha entrado en el sistema de los Museos y parques arqueológicos de Melfi y Venosa (dirigidos por Tommaso Serafini), que a su vez depende de la Dirección Regional de Museos de Basilicata, mientras que los Carabinieri y el Museo Lucano de la Inmigración dependen de otras entidades. “Una convivencia afortunada –afirma Serafini– que nos permite valorizar el lugar. El castillo estará abierto al público dentro de unos días y esto nos permitirá construir un itinerario dedicado a Federico II en Basilicata”.
Antes de la fortaleza suaba, el lugar albergó un asentamiento bizantino y luego otro lombardo. “Así, el museo forma parte de una historia milenaria de llegadas y salidas –concluye– de la que cuenta la última parte”. Hacer que la visión universal de Federico II esté más vigente que nunca.