SANTA FE – Tamaño mediano, orientado a la exportación y de gestión familiar. Es el perfil de la típica empresa italiana (no es casualidad que ese modelo de desarrollo industrial haya sido definido como "capitalismo familiar").

Ese es también el perfil de Basso SA, de Santa Fe, que produce válvulas para motores que exporta a 36 países.

Fue fundada en 1963 por Juan Basso y dos socios (de apellidos Beninca y Botero: por eso, en el momento de su fundación, se llamaba 3B).

“Los tres nacieron en Argentina, pero eran hijos de inmigrantes italianos –dice el actual vicepresidente Juan Carlos Basso, hijo de Juan–. Obviamente del Piamonte."

De hecho, la sede está ubicada en Santa Fe que, junto con Córdoba, fue una de las zonas a donde llegaron las primeras oleadas de inmigrantes piamonteses.

A medida que 3B crecía, la familia Basso comenzó a comprar acciones de otros accionistas, hasta que en 1985 se convirtieron en propietarios del 100 por ciento del paquete.

Al frente de la empresa, que cambió su nombre a Basso SA, estaban el padre de Juan Basso (y lo estuvo hasta que murió, en 1990) y sus dos hijos, Juan Carlos y José Luis, que tuvieron dos y cuatro hijos respectivamente. Algunos de ellos trabajan o trabajaron en la empresa familiar. Otros, sin embargo, siguieron su propio camino en distintos campos.

Hoy Basso SA forma parte de un grupo con una facturación de 80 millones de dólares al año, alrededor de mil empleados (con pequeñas caídas estacionales) y que exporta el 85 por ciento de su producción.

“Somos proveedores de Ferrari, Maserati y Fiat –declara orgulloso Juan Carlos–. Y como se trata de un sector en constante evolución, estamos trabajando en el desarrollo de nuevos productos, mirando a la sostenibilidad y al futuro de los autos eléctricos”.

Juan Carlos Basso (izquierda), con el embajador Fabrizio Lucentini.

Los clientes no se limitan a Italia y se extienden por todo el mundo: Harley Davidson, Mc Laren, Peugeot, Citroën, General Motors, Ford, Mercedes Benz...

Los orígenes de la familia Basso son enteramente piamonteses: todos provienen de Pinerolo (Turín).

“Me siento un argentino-italiano, más que un italiano-argentino”, bromea Juan Carlos, sin negar por eso algunos rasgos típicos del espíritu piamontés que encuentra en la educación recibida en casa. El espíritu de sacrificio, la austeridad. “La costumbre de ser previsor con el dinero –añade–. Y obviamente los almuerzos familiares."

Basso no olvida sus raíces italianas y habla con orgullo del título de Cavaliere della Stella de Italia que le fue concedido a finales de 2023 por su compromiso con el trabajo y el mundo empresarial.

Al mismo tiempo, no duda en lanzar una polémica.

“En los últimos 20 años es Italia la que parece haberse olvidado de nosotros”, afirma, en alusión a la dificultad de hacer negocios con nuestro país. “A la hora de trasladarse, la industria italiana miró a China, sin considerar que en Argentina, con todo lo que tenemos en común, hubiera sido más fácil entendernos y trabajar juntos”.

Y no solo eso. Las industrias argentinas de alto valor agregado, comprometidas con la innovación de productos, tienen una clara vocación exportadora. Pero también deben importar. En este caso, maquinaria de alto rendimiento. Porque más allá de toda la retórica sobre el glamour del Made in Italy -desde el diseño hasta la moda-, son las máquinas industriales y el sector mecánico en general los que representan el núcleo duro de la producción industrial italiana orientada al mercado internacional, Argentina en particular.

En definitiva, una mayor colaboración entre ambos países sería beneficiosa para la balanza comercial de ambos.

 “En 2023 participé de una misión a Italia de emprendedores latinoamericanos, entre ellos seis argentinos con los que espero que surjan nuevas oportunidades de colaboración”, dice.

Puede que haya sido el viaje a Italia, o quizás el nombramiento como Cavaliere, pero Juan Carlos Basso es, a pesar de todo, optimista.

En cuanto a la situación en Argentina, “no queda más que esperar a que pase la tormenta, sin desesperarnos”, afirma. Mantener el timón recto, sin mirar demasiado alrededor para no distraerse de los objetivos.

Basso SA, por su parte, crece y sobrevive al relevo generacional. Según las estadísticas, la mayoría de las empresas familiares no superan la tercera generación de propietarios.

“Nuestro secreto es considerar esta como nuestra tercera primera generación –afirma Juan Carlos–. Permitir que todos hagan algo diferente a quienes los precedieron. Con su estilo y su carácter".