CÓRDOBA – “Conozco muy bien Il Globo, siempre lo encontraba en casa de mi suegro en Australia”. El comentario de Mario Borghese, senador del Movimento Associativo Italiani all'Estero (Maie) por la circunscripción sudamericana, deja atónita a la cronista a cargo de esta entrevista.
Luego explica: “Estoy casado con Isabella, una ítalo-australiana que conocí en 2006 en Venezuela, durante un encuentro de jóvenes italianos”.
Al año siguiente se reencontraron en Australia y luego en Mendoza. “Al final nos casamos. Estas cosas también pueden pasar en los encuentros de italianos que viven en el exterior” bromea.
Mario nació en Córdoba en 1981. Su padre, un médico originario de Pordenone, fue durante mucho tiempo "el médico de los italianos", además de presidente del Comites local.
“Desde niño participé en la vida de la comunidad” cuenta. Primero en el colegio, el Dante Alighieri de su ciudad. “Descubrí que no hace falta elegir: se puede amar a Argentina e Italia de la misma manera”, subraya.
Vivió en primera persona la historia del voto de los italianos en el exterior y la ley Tremaglia de 2001 (llamada así por su promotor, el ministro Mirko Tremaglia del gobierno de Silvio Berlusconi).
En 2006 se creó la circunscripción en el extranjero, que permitió a los italianos inscritos en el Registro de italianos residentes en el extranjero (AIRE) elegir a sus candidatos, yendo a votar al consulado o por correo desde el país en que residen.
“Precisamente para responder a las necesidades de nuestros compatriotas de América del Sur creamos el Maie” recuerda Borghese, que fue candidato a diputado en las elecciones de 2008 y obtuvo un número considerable de preferencias que le permitió convertirse en diputado suplente de Ricardo Merlo. Lo volvió a intentar en 2013 y esta vez resultó elegido. En 2018 renovó el mandato y desde 2022 es senador.
Licenciado en medicina por la Universidad Nacional de Córdoba, uno de los puntos clave de su acción política, en acuerdo con el partido que integra, tiene que ver con la atención de la salud de los ciudadanos residentes en el extranjero en caso de estancia en Italia.
“Como médico tengo que estar atento a la protección de la salud –dice–. En la actualidad existe un acuerdo de reciprocidad para las personas mayores, que es el grupo que más ayuda necesita”. Si viajan a Italia, pueden hacer el traspaso temporal del sistema de salud argentino al italiano y viceversa, respectivamente, en el PAMI (la obra social para jubilados y pensionados de Argentina) y en la Agenzia delle Entrate (el equivalente italiano a la AFIP). Sin embargo, esta posibilidad es poco conocida.
Después se les debería permitir el acceso al sistema de salud italiano.
“El Maie también está en contra de cualquier impuesto sobre el procedimiento para obtener ciudadanía –afirma–. Siempre hemos luchado contra el impuesto de 300 euros establecido por el gobierno Renzi” considerado una traba económica para el acceso a un derecho.
“Además, por una cuestión de igualdad de género –dice– debería derogarse la ley que impide la reconstrucción de la ciudadanía a través de la madre si ella nació antes de 1948. Una ley retrógrada contraria al espíritu de la Constitución”.
Aunque siempre se puede demandar al Estado italiano para acceder al derecho a la reconstrucción en ese caso –-y estar seguro de ganar– -para eso se debe desembolsar entre 4.000 y 5.000 euros, una cifra que pocos en Argentina pueden pagar, y menos aún en la situación económica actual.
“En lo que respecta a la promoción de la lengua –continúa– tenemos a nuestra disposición la red de Istituti italiani di cultura. Tiene una dimensión enorme, pero no tiene la capacidad de penetración de estructuras similares en Francia y Alemania. Necesitamos razonar acerca de las actividades que brindan y el uso de los fondos destinados a ellos”.
Además, para promover la lengua y la cultura, es necesario flexibilizar los criterios para el reconocimiento de las escuelas italianas por el Estado italiano, algo que otorga lo doble titulación.
“La buena noticia –dice- es que el próximo año otros dos institutos obtuvieron el reconocimiento: el Dante Alighieri de Campana (provincia de Buenos Aires), sede de importantes grupos industriales italianos como Techint y Dalmine, y el Castelfranco de Villa Belgrano (Córdoba) .
Para atender las necesidades de quienes viven lejos de las ciudades sede de los consulados, se debe crear la figura del funcionario itinerante, que visita periódicamente las zonas de las provincias más alejadas para realizar algunos trámites in situ y evitar costosos desplazamientos a los ciudadanos. Tal vez sólo para recoger un pasaporte.
Por último, se necesita con urgencia la digitalización de los archivos consulares, todavía en gran parte en papel. “Es una de las razones de la lentitud de las prácticas”, dice.
Cuando salió el decreto flussi del 2023 (que establece el número de personas extranjeras que pueden trabajar en Italia y es emitido cada año por el Ministerio del Interior italiano) presentó una interpelación al gobierno.
“Señalé que los países de América del Sur están decididamente subrepresentados –declara–. Sin embargo, son los mismos que, en los siglos XIX y XX, acogieron al mayor número de italianos. Sería necesario aumentar las cuotas de entrada desde estas zonas. Al menos para retribuirlo".