BUENOS AIRESCalurosamente excesivo, descaradamente bohemio, desarmante y provocador. Vinicio Capossela sacudió al público del Teatro Coliseo de Buenos Aires con un espectáculo hecho a medida para la Fiesta de la República del 2 de junio, ofrecido por el Consulado a la comunidad italiana.

El título, La odisea del cocoliche, hace referencia a esa especie de interlengua hablada por los migrantes en Argentina, que mezcla italiano, dialectos y español.

El cocoliche representa el encuentro entre dos culturas. La odisea pertenece a todos los que cambiaron de tierra, de continente, y se encontraron bajo el cielo invertido del hemisferio sur, justo debajo de esa Cruz del Sur que se le aparece al Ulises de Dante cuando cruza las columnas del mundo conocido.

La Odisea de Homero también inspiró uno de los discos de Capossela (Marinai, profeti e balene). “Es una experiencia que todos atravesamos –le dijo a Il Globo el músico–. La vida misma es una odisea, ni hablar cuando se trata de cruzar continentes. Además, me gustaba la palabra cocoliche, que describe muy bien a esa criatura mestiza que es el italiano de Argentina, o el argentino que todavía lleva algo de Italia”.

El concierto comenzó con una entrada irreverente al escenario, con Capossela vestido de centurión romano, en homenaje al Teatro Coliseo.

Afiche del evento.

“La lista de temas incluye clásicos de mi repertorio –nos había adelantado el músico– y otros ligados a la literatura italiana”. Como el canto XXVI del Infierno (precisamente el de Ulises queriendo descubrir qué hay más allá de las columnas de Hércules), una rima de Miguel Ángel, una pieza inspirada en Ariosto y otra dedicada a Modigliani (Modì).

No faltaron grandes éxitos queridos por el público, como Si è spento il sole (escrita por Adriano Celentano), Che cos’è l’amore, Con una rosa y Staffetta in bicicletta.

El momento central fue el homenaje de Capossela a la música argentina, comenzando por el tango. “Amo mucho el tango canción, a Aníbal Troilo, Sur en particular, a Roberto Goyeneche –confiesa–. Y no hablo solo de la música, sino de toda su épica... Me interesa el concepto de barrio, la poesía del lugar, la nostalgia. Me gusta que el tango sea una música urbana, que cuente el desarraigo, el sentimiento de la ausencia, de la separación, pero también la aventura. Porque en cada viaje, el premio es el encuentro y el precio, la despedida”.

En ese sentido, agrega, la cuestión migratoria “no es un hecho de museo, sino histórico, actual. Es un viaje hacia lo humano”.

Vinicio también es hijo de migrantes: nació en Hannover, Alemania, donde se habían instalado sus padres, aunque luego creció en Scandiano, Emilia-Romaña.

“Viví la experiencia de la migración de forma indirecta –dice–. Pero hoy todos estamos desarraigados, al punto de ya no percibir ese desarraigo”.

El homenaje a la música argentina continuó con un tema de César Isella, Canción de las simples cosas, y otro de Atahualpa Yupanqui (Los ejes de mi carreta).

“Cuando uno tiene que dejar todo atrás, la música es una de las pocas cosas que puede llevarse consigo”, concluyó.

Vinicio Capossela se presentó junto al bandoneonista Luciano Tobaldi y la banda de músicos que lo acompaña desde hace años en sus odiseas musicales.

Al final del concierto ofreció algunos bises, que culminaron con Il ballo di San Vito, invitando al público a acercarse al escenario para cantar y bailar con él.

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