BUENOS AIRES – En Argentina, los expertos del EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense) son conocidos sobre todo por su incansable tarea de identificación de restos de desaparecidos de la dictadura y de la Triple A, la organización parapolicial ligada al gobierno de Isabelita que ya operaba antes del golpe de 1976.
Y fueron ellos también quienes, hace pocos días, lograron identificar los huesos de Diego Fernández, hallados durante una obra en construcción en Buenos Aires, en un terreno lindero a una casona que había pertenecido al músico Gustavo Cerati.
Gracias a algunos objetos personales encontrados junto a los restos, los familiares de Diego sospecharon que podían pertenecer a él, desaparecido en 1984 cuando aún era adolescente. El análisis de ADN confirmó el vínculo de parentesco y devolvió así un nombre y una identidad a esos huesos.
Detrás de este complejo proceso están los antropólogos forenses del EAAF, cuyas competencias van mucho más allá del análisis genético. La intervención fue solicitada por la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N.° 61, a cargo de Martín López Perrando.
“Después de recuperar los restos óseos y las pruebas asociadas –explican– realizamos un análisis arqueológico del contexto de enterramiento”. Esto permite, por ejemplo, determinar la época aproximada de la sepultura, si ocurrió en ese mismo lugar o si el cuerpo fue trasladado en un momento posterior.
Luego se procedió al análisis de los restos y de los elementos asociados –en este caso una remera, un reloj de pulsera y una moneda– para elaborar un perfil biológico y detectar la presencia de lesiones (como la puñalada en el pecho que probablemente causó la muerte de Diego Fernández y el posterior intento de desmembramiento) o de patologías observables.
El paso siguiente fue el análisis de ADN, comparado con el de los familiares, que permitió la identificación. En este sentido, el Laboratorio de Genética Forense (LGF) es el verdadero orgullo del EAAF.
Fundado en 2006, desde entonces identificó a más de 1.400 personas desaparecidas. “Fue creado para analizar muestras óseas críticas y con décadas de antigüedad –explican los responsables–. Utiliza tecnologías de biología molecular de última generación para la extracción de ADN y la elaboración de perfiles genéticos, con el análisis de 40 marcadores del ADN nuclear. Además, podemos estudiar marcadores presentes en los cromosomas sexuales X e Y, así como ADN mitocondrial, que se transmite por vía materna”.
Todo esto se complementa con el uso de software de comparación de alto rendimiento, que permite procesar y cruzar grandes volúmenes de perfiles genéticos. Desde 2006 hasta hoy, el laboratorio analizó más de 4.500 muestras de huesos y 11 mil muestras de ADN de familiares, residentes en 20 países diferentes.
Las pericias, por lo tanto, son multidisciplinarias y abarcan –explican en el EAAF– “múltiples áreas: arqueología, antropología y genética forenses. Intervinieron alrededor de 20 profesionales”. Y deben además integrarse con la información disponible para la investigación, tanto previa como posterior a la muerte.
En resumen, la labor del EAAF no se limita a la identificación de los desaparecidos del terrorismo de Estado, sino que también interviene en casos ocurridos en democracia, recuperada en Argentina en 1983.
“Intervenimos a pedido de fiscales, tribunales o también de particulares, familiares de personas desaparecidas –explican en el EAAF–. En esos casos, tras una entrevista, tomamos una muestra de ADN y la comparamos con la del cuerpo no identificado”.
Las personas que tuvieron un familiar desaparecido desde 1983 hasta hoy pueden comunicarse al 0800-345-3236 o escribir al correo casos@eaaf.org. El servicio es confidencial y gratuito.