BOLONIA – La apuesta: una editorial infantil y juvenil que se dedique –exclusiva o casi exclusivamente– a la literatura eco-ambiental. Más aún: los libros realizados por Silvina Troicovich, directora editorial de Cheuque, podrían definirse como “libros de kilómetro cero”: por sus temáticas, por sus autores e ilustradores, e incluso por el papel, hecho con desechos de caña de azúcar y sin blanqueadores químicos.

Nos encontramos con Silvina en Bolonia, durante la Feria del Libro Infantil y Juvenil (BCBF), que se celebró del 31 de marzo al 3 de abril. Llegó acompañada por su esposo, Julio Ferro, italiano, calabrés para ser precisos, originario de Crotone. Estaba con ella en el stand para acompañarla y brindarle apoyo moral y sobre todo práctico en la intensa gestión de los días de feria, cuando se acumulan tantas citas que cualquier pequeño retraso puede desordenar toda la agenda.

El nombre de la editorial, Cheuque, es una palabra mapuche que significa “pájaro de patas largas” (o ñandú): un homenaje a las raíces aborígenes de la Argentina –demasiado a menudo borradas en favor de una narrativa exclusivamente blanca y europea– y a un pueblo que concibe el mundo como un único organismo viviente, cuyas partes son interdependientes.

“Lo elegimos porque nos dimos una identidad local –explica Silvina–, en la que todos los niños y niñas de cada rincón de la Argentina puedan verse reflejados”.

La propuesta de Cheuque nace de la coherencia de Silvina con principios que también aplica en su vida privada: “Soy vegetariana y ecologista”, revela.

Para Silvina, hacer libros “que hablen del medioambiente” no es suficiente. Su búsqueda va en una dirección muy concreta: “No nos interesan los libros educativos ni los textos escolares –explica–. La editorial nació con la idea de escribir historias de ficción atravesadas por temas ambientales.”

Un ejemplo claro es la novela para chicos de entre 11 y 14 años No le temas a la luna llena, de Silvina Palmiero, ambientada en los Esteros del Iberá, una zona húmeda del norte argentino. El libro es una reinterpretación de la leyenda del hombre lobo, con un niño –el séptimo hijo varón del guardaparques– que desaparece misteriosamente, y los rumores sobre la presencia de un hombre-lobo que merodea el bosque para proteger a los animales de los cazadores. “Y mientras contamos esta historia de pura fantasía –dice la editora–, damos a conocer al aguará guazú”. Un cánido autóctono, pariente del zorro, que habita en toda Sudamérica.

Cheuque, sin embargo, no busca humanizar a los animales, como lo demuestra el libro Una mona carayá, del cual la misma Silvina es coautora.
“Es la historia de una monita rescatada del tráfico ilegal de animales exóticos y devuelta a la libertad –explica–. Está escrita en verso, con una estética de cómic, pero en ningún momento se le atribuyen a la protagonista emociones o intenciones humanas”.

Como todos los pequeños editores independientes, Silvina también debe lidiar con la difícil coyuntura económica argentina, donde a los altos costos de producción (especialmente cuando se busca una calidad de impresión elevada) se suma una contracción generalizada en las ventas. Una dificultad que Silvina resuelve con la impresión a demanda. “Produzco 300 copias por vez, las vendo y vuelvo a imprimir –dice–. Así evito despilfarros y también costos innecesarios”. Una muestra de que la atención al medioambiente no es un lujo para pocos, sino un estilo de vida que, al final, genera beneficios para todos.