BUENOS AIRES - Probablemente la mayoría de las personas lo identifiquen con el Movimiento Evita, del que se fue a inicios de este año. Muchos lo recuerdan por su paso por el gobierno de Alberto Fernández, donde fue Secretario de Relaciones Parlamentarias y luego Secretario de Relaciones con la Sociedad Civil y Desarrollo Comunitario.
Pocos saben que milita “desde siempre”: sus inicios en la política datan de su paso por la escuela secundaria, en Río Negro. Por ese entonces vivía en una casa donde su madre trabajaba como empleada doméstica. Fue criado por ella y las personas que la empleaban de manera muy amorosa. Fue aquella familia la que le dio la oportunidad continuar los estudios una vez finalizado el colegio. Distintos compromisos hicieron que se recibiera de abogado bastante tiempo después.
Pasaron muchos años ya desde sus primeros cargos electivos, en Lomas de Zamora y dentro de las filas del Partido Intransigente (PI) y algo menos desde su adhesión al Partido Justicialista (PJ), en los años noventa. También de allí se fue este año. Antes de eso, trabajó de la mano de Néstor Kirchner y con las organizaciones sociales.
Fernando “Chino” Navarro conoce bien los barrios populares, las barriadas, los asentamientos del conurbano bonaerense, sobre todo aquellos de zona sur, donde vivió durante muchos años.
El ahora también emprendedor o “pequeño empresario”, tal como se define, estuvo de invitado en la Cena de los Lunes del Círculo Italiano de Buenos Aires la última semana de octubre, con fuertes críticas hacia la forma de hacer política que prevaleció durante los últimos años en la Argentina, incluso en espacios de los que él mismo formó parte.
Justifica su alejamiento de la militancia orgánica y de los roles dirigenciales porque “quienes venimos de la política tenemos que reaprender el quehacer público y la forma de entender a la sociedad”. Dice que no está enojado con la política, sino con los políticos, entre los que se incluye.
Afirma que en la actualidad en Argentina no se discute el rol del Estado “en términos modernos”, sino que se piensa que los problemas son los mismos que en la década del cincuenta, “cuando la mayoría de las personas tenía trabajo o estudiaba”. Y reflexiona acerca de premisas que él mismo sostuvo durante mucho tiempo: “Antes pensaba que se podía vivir con tres o cuatro puntos de inflación, pero la verdad es que no es así: la inflación desorganiza”.
Impacta tanto en trabajadores como en empresarios. Listas de productos que llegan sin precios (basta con recordar las últimas dos devaluaciones que tuvieron lugar a lo largo del 2023), falta de stock, imposibilidad de prever.
Lo mismo sucede, afirma, con el déficit. Dueño de tres franquicias de una reconocida cadena de cafeterías en la Ciudad de Buenos Aires y accionista minoritario de dos supermercados en La Plata, sostiene que no se puede pensar que una empresa mantenga déficit, tampoco que un Estado lo haga ad aeternum.
“En algún momento pensé que sí. Pero la verdad es que se trata de momentos específicos de la historia de un país en los que eso puede suceder -reflexiona-. Tampoco podemos pensar que porque Estados Unidos tiene déficit nosotros podemos mantenerlo, porque ellos tienen algo que nosotros no: el manejo del dólar”.
Para Navarro es necesario que llegue “algo nuevo” a la política luego del mandato presidencial de Javier Milei -con o sin reelección-. Caras e ideas nuevas, que puedan salir de lo discursivo e “ir a la acción”. Un cambio que tiene que hacerse “entre todos los actores”.
Reconoce que Milei tiene un amplio apoyo popular -aunque en los últimos meses su imagen positiva haya disminuido-. Y se muestra enojado al afirmar que desde el 2001 la pobreza y la inseguridad no bajaron, sino que aumentaron.
La pregunta que cabe hacerse, si los niveles de pobreza siguen en aumento y los sectores más bajos sufren un brutal ajuste durante los primeros meses del gobierno de Javier Milei es: ¿Por qué los movimientos populares no se movilizan como lo hacían durante el gobierno de Alberto Fernández?
“Este gobierno ejerció una política muy firme de control de calles -afirma Navarro-. Amenaza con sacar beneficios sociales a la gente que salga a manifestarse, hizo denuncias penales a personas que se movilizaron”.
De todos modos, el otrora dirigente social considera que, así como no está bien que las manifestaciones sean reprimidas, las organizaciones estaban saliendo demasiado a las calles. “Puede haber casos excepcionales en los que sea conveniente cortar una calle, siempre dejando acceso al menos en un carril para que las personas puedan pasar -sostiene-. Hacen a la vitalidad de la democracia. Pero el nivel de movilización que llegó a haber era una locura”.