BUENOS AIRES – El Teatro Colón, símbolo luminoso del vínculo cultural entre Italia y Argentina, celebró en una noche extraordinaria el centenario de su Ballet Estable.
Diseñado por el arquitecto italiano Francesco Tamburini, el teatro tiene una impronta arquitectónica italiana que remite a La Scala de Milán: gemelos en el mundo de la ópera y la danza, ambos son centros de excelencia –tanto acústica como artística– y encarnan una conexión transoceánica entre los dos países.
Desde su inauguración en 1908, el nuevo edificio del Teatro Colón fue concebido como escenario para recibir a las compañías internacionales más prestigiosas.
Recién en 1925 se concretó el debut de su Ballet Estable, acompañado por el Coro y la Orquesta. En esa primera temporada se formó la compañía original, con legendarias intérpretes como Dora del Grande y Leticia de la Vega.
La dirección estuvo a cargo del bailarín y coreógrafo ruso Adolph Bolm, proveniente del célebre Teatro Mariinski de San Petersburgo, autor de la primera coreografía presentada: El gallo de oro, de Nikolái Rimski-Kórsakov.
Por la dirección artística pasaron grandes maestros internacionales, y hoy es el reconocido Julio Bocca quien conduce el Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires, que en el año de su centenario recibió un emotivo reconocimiento por parte de la Unesco. Bocca también fue distinguido por su extraordinaria carrera y su aporte al mundo de la danza.
A lo largo de las décadas, el Colón recibió a grandes figuras de la danza italiana, como Alessandra Ferri y Carla Fracci, símbolo eterno de elegancia y gracia, recordada especialmente por una Giselle que conmovió a toda la compañía.
“Su Giselle era, y sigue siendo, incomparable –sostiene Gustavo Mollajol, entonces director de la compañía–. Fue una decisión arriesgada de mi parte, porque ella ya estaba avanzada en edad y tenía problemas en los pies”.
Pero ocurrió algo extraordinario: “Cuando terminó el primer acto, me di cuenta de que las bailarinas seguían en el escenario. Estaban abrazadas, llorando, emocionadas por la forma en que Carla había interpretado la escena de la locura. Era realmente única”.
También Roberto Bolle, étoile internacional, en 2013 encantó al público argentino con Caravaggio, un espectáculo que quedó grabado en la memoria de los amantes de la danza.
La gala del centenario confirmó esta tradición, con la presencia entre los invitados de honor de dos bailarines vinculados a La Scala de Milán: Federico Fernández, primer bailarín del Colón y exartista invitado de La Scala, y Nicola Del Freo, primer bailarín de La Scala desde 2020, oriundo de Massa.

Foto grupal de los directores y bailarines que participaron del espectáculo por el centenario.
La gala, realizada el 7 de agosto, ofreció un programa variado que, además de celebrar al cuerpo de baile del Colón, contó con numerosos artistas invitados.
Bajo la dirección musical de la joven y aclamada Beatrice Venezi –recientemente nombrada Principal Guest Conductor de la Orquesta Estable del Teatro Colón– y de Manuel Coves, se alternaron coreografías clásicas y contemporáneas, interpretadas con maestría por un cuerpo de baile de altísimo nivel.
Buenos Aires celebró así no solo un siglo de danza, sino también el profundo entramado entre arte, historia e identidad cultural. El Teatro Colón sigue siendo un faro del alma ítalo-argentina, un lugar donde el sueño de la danza se funde con la memoria y la pasión de dos continentes.