BUENOS AIRES – Está en cartel desde 2001. Lleva al escenario alrededor de medio centenar de actores y hay que reservar las entradas con semanas de antelación. No estamos en Broadway, sino en la zona más popular y periférica de Barracas, un barrio de la Ciudad de Buenos Aires. En una de esas avenidas donde antes, de noche, no era fácil conseguir taxis.
Hoy la zona es segura, gracias a algunas obras viales, una mejor iluminación y sobre todo la presencia del Circuito Cultural Barracas, un teatro que atrae espectadores de toda la ciudad.
El longevo y exitoso espectáculo lleva por título El casamiento de Anita y Mirko y se trata de un auténtico banquete nupcial, en un salón de fiestas regentado por tres cuñadas, bautizado La Taffié de tu Barrio.
Taffié significa "fiesta" en lunfardo, jerga típicamente porteña basada en palabras de diferentes idiomas (italiano, francés, árabe...), que se caracteriza por la costumbre de invertir el orden de las sílabas. La traducción sería “La fiesta de tu barrio”.
Los novios son una italiana y un ruso. Sus respectivas familias están invitadas a la ceremonia y llevan consigo todos los clichés de las dos nacionalidades. Los italianos son ruidosos y expansivos, los rusos muy serios y desconfiados.
Los espectadores son recibidos como si estuvieran invitados, se sientan a la mesa (incluso entre desconocidos, así socializan), comen sin pagar ningún extra adicional (empanadas y sándwiches y, al final, una gran torta de varios pisos), bailan y cantan junto a los actores “reales”. Quienes a su vez no son profesionales, sino los vecinos del barrio (u otras zonas de la ciudad).
El Circuito Cultural Barracas es una de las tantas iniciativas de teatro comunitario en Buenos Aires. Unas diez sólo en la capital, unas cincuenta en toda la Argentina, con relaciones con otros países latinoamericanos (como Uruguay) y del mundo (en Italia, con el Teatro Núcleo de Ferrara).
El grupo nació en 1996, por iniciativa de una compañía de actores callejeros, Las Calandracas, liderada por Ricardo Talento -actor, director y dramaturgo-, que tuvo la idea de abrirse al barrio y sus habitantes.
Sin casting ni selección. Unos encuentros de formación para recibir los primeros rudimentos de interpretación, canto y maquillaje. Pero la idea es aprender mientras se hace. En los espectáculos cada uno tiene un papel, un personaje. Y aquellos más novatos acompañan, con el mismo nivel de protagonismo, a los que llevan años actuando.
Del espectáculo llegó a formar parte durante mucho tiempo una niña discapacitada en silla de ruedas, que era empujada por su madre que, vestida de enfermera, actuaba con ella. No disfraza para parecer "normal" (lo que en sí mismo es un oxímoron), ni escondida en la última fila. Cada uno actúa con el cuerpo que tiene, para descubrir que muchas veces es mucho más "hábil" de lo esperado.
Evidentemente los espectáculos deben tener un valor artístico, que justifique el precio de la entrada.
Por este motivo, la coordinación de la dramaturgia y la puesta en escena está encomendada a profesionales. Pero siempre es un trabajo compartido, que surge de los ensayos, de la interacción entre los miembros de la compañía, de los recuerdos personales y familiares (los espectadores italianos encontrarán en los familiares de Anita a sus abuelos, padres y tíos), incluso del contexto económico y social del momento.

Foto de grupo con los cónyuges para el público presente en la sala.
El casamiento de Anita y Mirko no nació en cualquier época. Era el 2001, Argentina estaba en default y nadie quería celebrar. Entonces Ricardo Talento y su grupo inventaron una cena de boda falsa e invitaron a todo el barrio a participar.
En la base del teatro comunitario está la idea de que el arte no es algo "extra" que se debe dar a la comunidad después de haber resuelto todos los demás problemas y desigualdades económicas y sociales. El arte es un derecho y es en sí mismo una fuerza de transformación social. El teatro es la última ceremonia colectiva que queda. Y su supervivencia es buena para todos.