BUENOS AIRES - En Argentina lo conocen como "biógrafo de Maradona". Sus libros "sobre el Diego" (y escritos con él) fueron traducidos a varios idiomas (en Italia, Mondadori publicó La mano di Dio).

Daniel Arcucci, periodista deportivo de la señal ESPN, relata de qué manera su vida está estrechamente entrelazada con la del legendario futbolista argentino y con el espíritu italiano.

Nacido en el interior hace casi 60 años, en 1982 llegó a Buenos Aires, muy joven, para estudiar periodismo.

“Siempre me atrajo Italia –dice–. Buscaba en los quioscos de diarios que recibían periódicos extranjeros ejemplares de Guerin Sportivo, una revista italiana que hizo escuela".

No es casual que siempre haya preferido estudiar italiano en lugar de inglés. “Tanto que cuando hice el examen de nivel en la Dante –recuerda– descubrí que sabía más de lo que pensaba. Había aprendido por mi cuenta”.

Nieto de inmigrantes italianos, hay algo de lo que está seguro: su identidad, parte de su sangre.

En 1985 tuvo el encuentro que le cambió la vida: conoció a Maradona.

“En ese entonces trabajaba para la revista El Gráfico –explica–. Era 23 de diciembre y mi jefe me dijo que tenía que encontrar la manera de pasar la Nochebuena con Maradona y su familia y después escribir una nota. ¡Solo a un ‘recién llegado’, que en ese momento era yo, se le podía pedir semejante locura!”.

Pero Daniel no se acobardó: al día siguiente fue al aeropuerto a esperar a Diego, que llegaba de Italia. Obtuvo el número de teléfono de su casa, habló con su mujer Claudia, le explicó lo que necesitaba, le pidió disculpas, le suplicó. Y al final consiguió una invitación para el 25 de diciembre.

“Fue el comienzo de una relación que duró 34 años –cuenta con emoción–. Una historia de amistad y lealtad, no solo con él sino también con su familia".

De izquierda a derecha: Arcucci, Maradona y su padre en el aeropuerto de Ezeiza, el 24 de diciembre de 1985 (Foto: cortesía de Daniel Arcucci).

Daniel vivió la época gloriosa del fútbol italiano. Cubrió los mundiales de 1986 y 1990. Ese último año también le tocó cubrir el scudetto del Napoli.

"Por eso experimenté la victoria napolitana de este año (en que el equipo obtuvo su cuarto scudetto) como un evento muy especial", dice.

El Napoli y Maradona son los dos hechos clave en la carrera periodística de Arcucci. Y están indisolublemente unidos.

“El Napoli fue la metáfora de la vida de Diego –explica– Puede verse claramente tanto la caída como la gloria. Su paso por ese equipo también es fundamental desde el punto de vista sociopolítico, para la construcción del mito de Maradona, para la autoestima de esa ciudad. Y también para mi vida".

Como corresponsal, durante el mundial de Italia '90 estuvo más tiempo en el hotel de la selección italiana que con los argentinos. “Conocí a Vialli, Baggio, Baresi –dice–. Periodistas del calibre de Roberto Cerruti de la Gazzetta. Me trataban como si fuera uno de ellos".

Eso fue suficiente para sentirse como en casa. “A veces parece como si hubiera nacido en Italia– declara–. Me bajo del avión en Roma y me pongo a hablar con expresiones como dunque y allora”.

Por algo fue el primero de su familia en solicitar la ciudadanía italiana. “Un proceso complicado, 'un parto' –bromea–. Siempre digo que 'nací italiano' en 1989”.

Y recuerda una anécdota relacionada con ese año, cuando su ex mujer estaba embarazada de su primera hija. “Durante las vacaciones de Semana Santa fui a ver a mi abuela María para decirle que había iniciado el trámite para obtener la ciudadanía –cuenta–. A ella, que de pequeña había optado por hablar sólo español para no ser discriminada por ser italiana, no le entusiasmaba la idea. Me dijo que yo era argentino, igual que ella".

Fue entonces cuando María le contó a su nieto detalles que nunca le había revelado. Su tristeza cuando llegó desde Italia a Puán, un pequeño pueblo a unos 500 km al suroeste de Buenos Aires. La pobreza que transitó en su primera infancia. Fue criada por una familia amiga que tenía más posibilidades que la suya.

“Después me dio una caja llena de fotos antiguas –continúa Daniel, ahora emocionado–. Regresé a Buenos Aires y esa misma noche recibí una llamada telefónica de mi madre que me decía que mi abuela se había sentido mal, había perdido la memoria y que no reconocía a nadie".

Un tiempo después volvió en sí e inmediatamente pidió noticias de la hija de Daniel, que estaba a punto de nacer. “Le dije que la llamaría Malena María, en su honor. A los pocos días nació mi hija y murió mi abuela".

Un ciclo que se cierra. “María soñaba con volver a Italia, ahora Malena María vive en Europa, con ese pasaporte italiano y la ciudadanía obtenida gracias a mi abuela”, concluye Arcucci. 

También él tiene un sueño por realizar: “Este año cumplo 60 años y me gustaría vivir un tiempo en Italia. Somos una familia de migrantes. Es el llamado de la sangre”.