BUENOS AIRES - Dario Scaletta -consejero del Consejo Superior de la Magistratura (CSM), órgano de autárquico de la magistratura italiana encargado de garantizar la independencia y el correcto funcionamiento del Poder Judicial- estuvo de visita en Buenos Aires para una serie de encuentros institucionales.

En la Ciudad de Buenos Aires participó en seminarios antimafia y se reunió con autoridades del Gobierno argentino, incluyendo representantes de los ministerios de Seguridad y Defensa, para abordar el tema de la lucha contra el crimen organizado.

Originario de Trabia, un pequeño pueblo en la costa norte de Sicilia, Scaletta tiene una larga experiencia como fiscal en la Fiscalía de la República de Palermo, donde se dedicó a investigaciones antimafia, antes de ser elegido al CSM por sus colegas magistrados en 2022.

Durante la entrevista concedida al margen de la misión, Scaletta trazó un interesante paralelo entre la evolución de la mafia en Italia y el riesgo de crecimiento de las organizaciones criminales en Sudamérica.

“El fenómeno mafioso en Italia tiene características estructurales, sociales y económicas bien definidas —explicó—. No conozco en detalle las características del crimen organizado en Argentina, pero observando el panorama sudamericano se puede vislumbrar una dimensión histórica similar a la que vivimos en Italia en los años ‘80 y ‘90, cuando Cosa Nostra se afirmaba como un poder criminal capaz de garantizar su continuidad a lo largo del tiempo, a pesar de arrestos, condenas y confiscaciones”.

Según Scaletta, las coincidencias se observan, por un lado, en el narcotráfico como principal fuente económica, y por otro, en la cultura latina y los vínculos con Europa, elementos que podrían favorecer mecanismos similares a los que permitieron que la criminalidad organizada se arraigara y prosperara en Italia.

Su análisis también se centra en el momento de transición que está viviendo la Argentina. “Mi visión está circunscrita al fenómeno que conozco, pero en un contexto de grandes desafíos y perspectivas de desarrollo. En particular para la Argentina, que se encuentra en un proceso de apertura de la economía, lo que abre grandes perspectivas de cambio, posiblemente positivas, pero que presenta igualmente algunos riesgos. Este panorama podría ofrecer oportunidades de inversión y reinversión al crimen organizado, generando ulteriores ganancias ilícitas”, añadió.

De ahí la importancia de los mecanismos antimafia y una cooperación internacional cada vez más estrecha. “La colaboración entre nuestros países es doblemente importante —agregó—, tanto para el nuevo proceso de cambio que se está iniciando en Argentina como para la voluntad del Gobierno de abordar estos temas, fortaleciendo el Estado de derecho, introduciendo reformas legislativas antimafia y promoviendo un sistema procesal acusatorio”. Palabras pronunciadas en referencia a los encuentros sostenidos durante su misión.

Scaletta destacó que Italia es vista como un modelo a seguir: “Esto es motivo de orgullo nacional, pero también de conciencia de la eficacia y solidez que caracterizan a nuestro sistema judicial”.

En Italia los organismos encargados de la lucha contra el crimen organizado están estructurados para ser independientes de otros órganos de gobierno. Esta independencia permite investigar también posibles infiltraciones mafiosas en las mismas instituciones.

Al mismo tiempo, el sistema procesal acusatorio garantiza la imparcialidad del juez, que no tiene un papel activo en la búsqueda de pruebas (como los antiguos jueces instructores antes de la reforma de 1988), sino que se limita a juzgar el enfrentamiento entre la acusación y la defensa, actuando como árbitro imparcial.

“En treinta años de lucha contra la mafia hemos aprendido mucho y podemos compartir nuestra experiencia, para que la justicia argentina pueda evitar cometer los mismos errores que cometimos nosotros en el pasado”, explica el magistrado.