BUENOS AIRES - El 11 de septiembre Argentina celebró el Día del Maestro en honor a Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), figura emblemática de la historia del país.
Considerado el padre de la educación pública nacional, Sarmiento fue maestro, militar, escritor, político y presidente.
De joven había sido maestro en su provincia natal –San Juan, en el interior del país– instruyendo a adultos que no sabían escribir. El analfabetismo estaba entre sus mayores preocupaciones y consideraba la escuela como la institución fundamental para la educación de los ciudadanos y para la construcción de la nación.
Consideraba que la educación debía servir para formar una conciencia cívica y promover la unidad nacional, viendo en la escuela un medio para el progreso y la cohesión social.
Por eso se mostró en contra de las escuelas italianas, que funcionaban paralelamente a las escuelas públicas argentinas, pero eran financiadas por la comunidad, donde se enseñaba la lengua y la historia del lugar de origen.
Aunque Sarmiento era un gran admirador de la cultura, el arte y la música italiana, veía las escuelas de las colectividades extranjeras como un obstáculo para la conformación del Estado argentino.
Sin embargo, con la evolución de la pedagogía en Argentina, en los años siguientes llegaron muchas ideas desde Italia con una influencia significativa en el enfoque educativo.
A finales del siglo XIX, los métodos innovadores de María Montessori (1870-1952) comenzaron a difundirse por todo el mundo, incluyendo entre los educadores argentinos.
Montessori, pedagoga y médica, sostenía que la educación debía enfocarse en el desarrollo individual de los niños, respetando y valorando sus ritmos y características únicas. Su enfoque, centrado en la autonomía y el crecimiento personal, contrastaba con las perspectivas más uniformes y centralizadas del sistema educativo tradicional.
María Montessori.
En la actualidad las escuelas basadas en su método están muy extendidas en todo el mundo, incluida Argentina. De hecho, en 1926 Montessori fue invitada a Buenos Aires por el Instituto Argentino de Cultura Italiana.
Otra figura crucial en la historia de la educación argentina fue la del maestro Pablo Pizzurno (1865-1840). Considerado uno de los principales educadores del país, tuvo un importante impacto en la pedagogía argentina de las primeras décadas del siglo XX. Tanto es así que la sede del Ministerio de Educación lleva su nombre.
Como funcionario de los órganos estatales dedicados a la educación, se destacó por su compromiso con la modernización y democratización de la educación.
Había observado nuevas tendencias pedagógicas en Europa, promoviendo una educación cuyo objetivo era desarrollar el potencial de cada niño e integrar las necesidades educativas de las diferentes clases sociales, contribuyendo a una visión más inclusiva de la educación.
Otro nombre importante en el mundo escolar argentino es el de Gianni Rodari (1920-1980), profesor, escritor y periodista italiano que dejó una fuerte impronta en la pedagogía. Fue muy popular en la década del sesenta, con su enfoque innovador de la enseñanza que promovía una educación creativa e imaginativa, animando a los niños a expresar libremente su imaginación y desarrollar el pensamiento crítico a través del juego y la narración.
Sus ideas han encontrado un terreno fértil entre los docentes argentinos, influyendo en la forma en que se concibe y practica la educación.