VILLA REGINA – Corría el año 1962 cuando un grupo de inmigrantes trentinos de Villa Regina (en la provincia patagónica de Río Negro) decidió que reunirse informalmente ya no era suficiente para darle voz a la nostalgia que sentían por Italia y mantener vivas memorias y tradiciones. Fue así como decidieron fundar un Círculo Trentino en su ciudad.

“El estatuto fue firmado el 18 de febrero de 1962 –explica el actual presidente, Mauricio Delladio–. Pero la primera asamblea fue convocada el 24 de junio, para hacer coincidir el aniversario con la fiesta de San Vigilio, patrono de Trento”.

El evento fue celebrado con el primer almuerzo social, rigurosamente basado en polenta y chucrut.

“Todavía no teníamos sede. Llegó cinco años después –dice Mauricio–. En ese entonces, un hombre de Trentino que tenía una empresa de frutas puso a disposición su local”.

Este detalle no es casual: los inmigrantes llegaron a Villa Regina porque la ciudad está situada en un valle particularmente propicio para la producción de uvas, peras y sobre todo manzanas, un cultivo típico de la región (basta pensar en el Val di Non).

“De hecho, Villa Regina fue fundada íntegramente por inmigrantes –afirma Delladio–. Incluso se firmó un acuerdo entre Italia y Argentina para llamar a personas de diferentes regiones a poblarla".

En 1924 el ingeniero Felipe Bonoli adquirió 5.000 hectáreas de terreno, a nombre de la Compañía Italo Argentina de Colonización, para destinarlas al desarrollo de la ciudad.

El proyecto fue impulsado y avalado por el entonces presidente argentino Marcelo Torcuato de Alvear y la ciudad -conocida como “la perla del valle”- recibió el nombre de su esposa, Regina Pacini, una famosa cantante de ópera.

Según el historiador italiano Pantaleone Sergi, el propio Benito Mussolini intervino personalmente para favorecer la operación. De hecho, la estructura urbana es similar a la de la "ciudad del Duce", fundada en Italia durante el período fascista.

Mauricio es descendiente de "esa" historia. Su abuela materna y su abuelo paterno eran de Tesero, en Val di Fiemme, a 1.000 metros de altura. Pudo conocer la ciudad de su familia gracias a un intercambio juvenil organizado por la provincia de Trento.

Las asociaciones italianas fueron muy activas hasta la década del ‘90. “Nuestro Círculo organizaba eventos culturales –recuerda Mauricio–. Teníamos un área para jugar a las bochas y una confitería con mesas para jugar a las cartas. También funcionaba una comisión de jóvenes que organizaba actividades atractivas para esas edades”.

A finales de los ‘90 llegó la crisis. “No había universidad en Villa Regina –explica el presidente–. Los jóvenes se fueron a Bahía Blanca, Córdoba y Buenos Aires. Las asociaciones empezaron a envejecer y la ciudad también”.

En 2010, sin embargo, se inauguró una sede universitaria en la ciudad. Los jóvenes tenían un motivo para quedarse. Además, decidieron entrar a la dirección del Círculo.

“Yo era uno de ellos –afirma orgulloso Mauricio–. No fue fácil, los miembros más antiguos temían que la asociación perdiera su identidad. Pero luego reconocieron nuestro trabajo”: la capacidad de renovarse y no perder la esencia.

La propia asociación Trentini nel Mondo tenía, en sus estatutos, la obligación de aceptar únicamente a trentinos en las comisiones de los clubes, cláusula que fue eliminada en 2012. “Fue un gran punto de inflexión con efectos positivos –afirma Delladio–. Abrirse y trabajar con otros implica adquirir mayor visibilidad”.

Hoy el Círculo, que cuenta con unos sesenta miembros, organiza cursos de lengua y cultura italiana con un enfoque muy práctico. También encuentros dedicados a canciones (que ayudan a mejorar la pronunciación de forma entretenida). Además, edita una revista -la Gazzetta Trentina- que se publica dos o tres veces al año.

“Trabajamos mucho con los demás clubes del sur del país –afirma–. Así, aunque seamos un pequeño pueblo en medio de la Patagonia, no nos sentimos solos".