QUILMES (BUENOS AIRES) – Cuando se habla de cooperación entre Italia y Argentina, inmediatamente se piensa en proyectos verticales, donde los italianos vienen a ayudar trayendo dinero, conocimiento y experiencia del norte del mundo.

Sin embargo, el proyecto impulsado por el municipio friulano de Remanzacco (a medio camino entre Udine y Cividale del Friuli) destaca por su enfoque horizontal: un verdadero lugar de intercambio y aprendizaje mutuo.

Así lo relatan Giorgio Bevilacqua, concejal de Cultura del municipio de Remanzacco, y Mavì Carcione, italo-argentino residente en Friuli, experto en cooperación y economía solidaria, autor del proyecto. Ambos se encuentran estos días en Argentina y se reunieron con Il Globo.

Todo surge de una licitación regional de 2020, en la que Remanzacco participó con un microproyecto que puso en contacto la Universidad de Udine con la de Quilmes, al sur del gran Buenos Aires.

“En 2022 el viaje terminó personalmente en Remanzacco, pero sentimos la necesidad de profundizar más –dice Giorgio–. Así que participamos en otra licitación, esta vez para un macroproyecto, y aquí estamos".

El proyecto está dedicado a la economía circular y al microcrédito y el municipio es líder de un grupo de entidades, entre ellas las dos universidades.

¿Por qué Quilmes? “Porque tiene una gran experiencia en economía circular y solidaria”, responde seguro Mavì Carcione.

La economía circular es un tipo de organización de producción y distribución que "cierra ciclos", tanto desde el punto de vista medioambiental como de distribución de recursos.

Genera un bajo impacto ecológico, porque limita al máximo el transporte de mercancías a largas distancias (a favor del denominado “kilómetro cero”). Además, al poner en contacto directo a productores y consumidores, se garantiza que los primeros ganen más y los segundos gasten menos, eliminando intermediarios en la cadena de suministro.

Por ejemplo, desde hace años la universidad lleva a cabo un proyecto con pequeños agricultores locales para la preparación de bolsas de verduras de temporada, que se distribuyen en la Ciudad de Buenos Aires en un día acordado, en puntos de recogida llamados "nodos".

Las decisiones sobre los precios se toman en conjunto, por una comisión de productores y ciudadanos. Por ejemplo, si es necesario convenir cambio debido al aumento de la inflación, la asamblea puede decidir, mediante votación, dejar el precio sin cambios pero reducir la cantidad de verduras en las bolsas.

En Italia, los Grupos de Compra Solidaria (Gas) llevan a cabo una iniciativa similar.

“Desde 2012 trabajo en cooperación y desarrollo –continúa Corcione–. Cuando sentí la necesidad de mejorar mi educación en economía circular, no encontré nada a nivel universitario en Italia. Entonces seguí una maestría online en la Universidad de Quilmes, donde descubrí que trabajan muchos profesores de la comunidad italiana, nacidos en Italia pero expatriados desde hace muchos años: Anna Daga, Alberta Bottini, Vanessa Sciarretta..."

Por eso Mavì está convencido de que esta experiencia también puede ser útil para Italia. “Además –agrega– en Argentina existe el concepto de 'extensión universitaria', es decir, cursos dirigidos a la comunidad, que no exigen una titulación para quienes se matriculan pero ofrecen la garantía de calidad de la institución académica”.

El proyecto involucra a una profesora de la Universidad de Udine, Lucia Piani, de la carrera de Ciencias y Tecnologías Ambientales. Y organizan un proyecto basado en un intercambio igualitario. “El papel de las instituciones italianas es ayudar al desarrollo del microcrédito para los agricultores –explica–. Pero no le estamos enseñando nada a nadie. De hecho, queremos aprender de las experiencias de Quilmes".

El viaje fue también una oportunidad para que Giorgio Bevilacqua tomara contacto con las asociaciones del Fogolâr Furlán.

Mavì Carcione (izquierda) y Giorgio Bevilacqua (derecha) se encuentran con la comunidad friulana en Buenos Aires.

“En Buenos Aires visitamos la Friulana de Villa Devoto y el Fogolâr de Castelmonte –dice–. “Me di cuenta de cómo estas organizaciones tienen un papel importante en la vida social, la asistencia e incluso la educación, gracias a los cursos de italiano, de cine, de historia, de friulano... Les propusimos transformarse en nodos para la distribución de bolsas de verduras”. Una forma más de atraer a los jóvenes, que suelen ser sensibles a las cuestiones medioambientales.

Ahora la delegación partió hacia Salta, donde se reunirá con la comunidad friulana local y también contactará con asociaciones de pueblos originarios para involucrarse en proyectos de economía circular y microcréditos.