Es demasiado fácil decir “Papá Noel”. En Italia, el “país de los mil campanarios”, las tradiciones navideñas son diversas según la región, e incluso el municipio. Y no siempre los regalos llegan la noche del 24 de diciembre.

En Trentino y en las provincias de Udine, Bérgamo, Brescia, Cremona, Lodi, Mantua, Piacenza, Parma, Reggio Emilia y Verona, así como en Nápoles, los regalos se adelantan: llegan en la noche de entre el 12 y el 13 de diciembre, durante la fiesta de Santa Lucía, considerada también la noche más larga del año. No es casualidad que el nombre Lucía derive del latín lux (luz) y que –en los países escandinavos, verdaderos expertos en noches largas– la santa sea representada con una corona de velas encendidas.

En estas zonas, los niños escriben a principios de diciembre la típica carta para pedir los regalos deseados. La noche del 12 se van a dormir, no sin antes haber dejado un platito con galletas y vino santo (un vino típico del Trentino, diferente del vin santo toscano) para Santa Lucía y, para su burrito, paja y zanahorias.

También colocan un mantel blanco en el suelo, donde Santa Lucía dejará los regalos, siempre y cuando los niños se hayan portado bien durante el año. Para averiguarlo, en los días previos, la santa pasa por las calles de la ciudad, yendo de casa en casa para informarse sobre posibles travesuras o caprichos, y así decidir si entregar los regalos deseados o solo carbón.

El “verdadero” Papá Noel llega entre el 5 y el 6 de diciembre en Bari y Lecco. Aunque allí es llamado San Nicola (o San Nicolò en la versión triestina). Nacido en Turquía en el siglo III, es considerado el santo protector de los niños. Según la leyenda, habría resucitado a tres niños que un malvado carnicero había asesinado y salado para vender su carne. Otras historias cuentan que se dedicaba a dar regalos a los pobres. De allí surge la tradición de asociarlo con la entrega de obsequios.

Sus restos se conservan en la catedral de Bari, lo que explica la devoción de la ciudad hacia él.

En Trieste, el culto a San Nicolás se instaló a finales del siglo XVIII, con la creación del puerto franco y la llegada de comerciantes devotos al santo desde Turquía y Grecia. En ese periodo nació también la tradición de organizar la feria de San Nicola, en pleno centro, durante la primera semana de diciembre.

El nombre de San Nicola se transformó en Santa Claus en el norte de Europa. Inicialmente, no era un anciano regordete vestido de rojo, sino un hombre alto y severo con una larga túnica verde. El rojo es una variante de la tradición holandesa. Cuando en el siglo XVIII los holandeses emigraron masivamente a los Estados Unidos, la versión “de rojo” de Santa Claus se popularizó y fue adoptada más tarde por la iconografía de Coca-Cola, que cambió la túnica larga por un traje similar al de esquí.

En Argentina, llegó a través de España con el nombre francés de Papá Noel (derivado de Noël, que significa Navidad en francés).

En Italia, al considerar que Papá Noel era un símbolo del consumismo, se intentó reemplazarlo varias veces por la figura de Jesús Niño como el portador de los regalos, aunque sin mucho éxito. Según la tradición del pesebre, inventado por San Francisco en Greccio, en 1223, Jesús era quien recibía regalos. Desde un punto de vista lógico y narrativo, no tiene mucho sentido que él los entregue, ya que no hay una leyenda que lo respalde.

Entre Bolonia y Toscana, en cambio, es muy popular la Befana, que pasa la noche entre el 5 y el 6 de enero. El nombre Befana es una deformación de la palabra Epifanía, que significa “manifestación”. Hace referencia a la de Jesús a los Reyes Magos, cuando Cristo se presentó al mundo no judío.

Los regalos de la Befana son una representación simbólica del oro, el incienso y la mirra que los Magos llevaron al “Rey de Reyes”. En realidad, un recién nacido en un pesebre calentado por el aliento de los animales.

La Befana es una anciana misteriosa que vive en una cabaña en los Apeninos. No se sabe mucho de ella, excepto que viaja en una escoba y deja regalos en las medias que los niños cuelgan sobre la chimenea. Si los niños se han portado mal, al amanecer solo encontrarán carbón. En algunas ciudades, la noche del 6 de enero se quema en la plaza una figura de “la vieja” como un rito de renovación.

Esta tradición también está presente en Argentina, aunque sin la intermediación de la Befana. Aquí son los Reyes Magos quienes personalmente dejan los regalos en los zapatos colocados debajo de la ventana.