BUENOS AIRES – Lejos de todo discurso solemne, los verdaderos protagonistas de las celebraciones organizadas en Plaza Italia por el 25 de abril fueron los estudiantes de escuelas paritarias y bilingües de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. Le dieron voz a textos y poesías sobre la guerra, la Resistencia y la Liberación, resaltando el rol de la escuela en la educación para la paz y en la formación de ciudadanos democráticos.
La lectura fue abierta por una alumna del liceo científico de la escuela paritaria Cristoforo Colombo, con el poema Uomo del mio tempo (Hombre de mi tiempo) de Salvatore Quasimodo, una reflexión sobre cómo el ser humano sigue siendo el mismo “della pietra e della fionda” (“de la piedra y la honda”), sin haber superado su sed de sangre. A lo largo de la historia, esa piedra y esa honda se transformaron en armas mucho más letales, nacidas de una “scienza esatta, persuasa allo sterminio” (“ciencia exacta, convencida del exterminio”) en lugar de la paz. El poeta concluye exhortando a los jóvenes a no repetir los errores de sus padres, sino a fundar una nueva sociedad.
Después, se leyó el poema Aprile 1945 (Abril 1945), de Dino Buzzati, una especie de diario intencionalmente ingenuo sobre el día de la Liberación, celebrando la alegría por el fin de la guerra. “Dio, come siamo felici!” (“¡Dios, qué felices somos!”), repite el poeta, fingiendo creer que ciertas “cose orribili” (“cosas horribles”) quedaron “passate per sempre” (“atrás para siempre”) y que “non udremo più misteriosi schianti nella notte che gelano il sangue” (“ya no oiremos más misteriosos estallidos en la noche que nos congelen la sangre”).
Los estudiantes de la escuela Ugo Foscolo de Ituzaingó, recientemente reconocida como paritaria, presentaron un texto colectivo escrito por ellos mismos, en el que recordaron el sacrificio de quienes hicieron posible la libertad y la democracia, y expresaron su deseo de que el 25 de abril sea una oportunidad para construir “bellissime storie dell’incontro” (“hermosas historias del encuentro”).
No podía faltar Bella ciao, recitada en vez de cantada, canción símbolo de la lucha partisana en Italia.
Los más chicos eligieron una poesía de Gianni Rodari, el autor infantil más famoso de Italia, que nunca esquivó los temas difíciles, siempre con un lenguaje accesible para los más chicos:
“Sulla neve bianca bianca c’è una macchia color vermiglio; è il sangue, il sangue di mio figlio, morto per la libertà. Quando il sole la neve scioglie un fiore rosso vedi spuntare: o tu che passi, non lo strappare, è il fiore della libertà” (“Sobre la nieve blanca blanca hay una mancha color rojo intenso; es la sangre, la sangre de mi hijo, muerto por la libertad. Cuando el sol derrite la nieve ves surgir una flor roja: vos que pasás, no la arranques, es la flor de la libertad”). Versos que evocan el mismo espíritu que la célebre Bella ciao.
La lectura de Uomo del mio tempo por parte de la estudiante de la escuela C. Colombo. (Foto: F. Capelli)
Una elección original y nada predecible fue el poema L’Uomo Libero (El Hombre Libre), de Domenico Turco, un autor contemporáneo: “L’Uomo Libero spregia le catene ma non si lascia travolgere dalla lotta, il suo campo di battaglia è la vita, la prima preoccupazione, l’Amore” (“El Hombre Libre desprecia las cadenas pero no se deja arrastrar por la lucha, su campo de batalla es la vida, su primera preocupación, el Amor”). Un llamado a que la lucha no se convierta en un fin en sí mismo, sino que sea un medio para algo más grande.
Por último, una alumna de la escuela paritaria de Campana (en la provincia de Buenos Aires) dio voz al testimonio de la partisana Ilva Vaccari, quien relató cómo, desde la cárcel, recibió la noticia de la caída del fascismo.
Escuchando a estos jóvenes, sentada a pocos metros de ellos, estaba Vera Vigevani Jarach, de 97 años, que huyó de Italia cuando era niña a causa de las leyes raciales, por ser judía. Periodista, abogada, investigadora de la diáspora judía y, sobre todo, mamá de Franca, asesinada siendo muy joven por otra dictadura, la que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983. Desde entonces, es una incansable representante de las Madres de Plaza de Mayo, una voz firme -ayer y hoy- en la lucha por justicia, libertad y democracia.