BUENOS AIRES – Inspirada en un hecho real ocurrido a mediados del siglo XIX, Rapito (La conversión), de Marco Bellocchio, es una de las películas presentadas en la Ciudad de Buenos Aires en el marco de la Semana del Cine Italiano.
Es la historia de Edgardo Mortara, el sexto hijo de una familia judía de Bolonia, que es bautizado en secreto por una empleada doméstica que tal vez lo creía moribundo y quería permitirle ir al cielo. Despedida por un presunto robo, la mujer por venganza cuenta su acción a Pier Feletti, un fraile dominico que es jefe de la Inquisición.
Bolonia era parte del Estado Pontificio, por lo que el derecho canónico era ley.
Entonces el fraile, haciendo uso de una norma que sostenía que un niño bautizado no podía ser criado por no cristianos, hace recoger al niño y lo lleva a Roma, donde es criado con otros niños judíos que suerte que él y es iniciado al sacerdocio.
La familia, junto con la comunidad judía boloñesa, intenta atraer la atención de la prensa y la diplomacia internacionales sobre su caso, suscitando un escándalo y provocando una reacción aún más rígida por parte del Papa Pío IX, conocido por sus posiciones antimodernistas, que toma a Edgardo bajo su supuesta protección personal.
Al niño se le hace creer que obedecer cualquier petición y aprender el catecismo es la única condición para poder regresar a casa y, como esto no sucede, se lo convence de que su familia lo abandonó. De esta manera se vuelve más permeable al adoctrinamiento.
No sabe que sus padres nunca dejaron de luchar por él y que su hermano incluso se unió al ejército del recién nacido Reino de Italia para participar en la anexión de Roma (episodio conocido como la Toma de Porta Pia) y poder liberarlo.
La película está interpretada por un grupo de actores que incluye a los "favoritos" del director (como Filippo Timi y Fabrizio Giffuni) y recuerda los temas clásicos del cine de Bellocchio, sobre todo el anticlericalismo y la creencia impermeable de que el catolicismo es la fuente de todos los males de la humanidad, más allá de cualquier historización.
El resultado es una película más compacta y cohesiva, desde el punto de vista narrativo, que otras obras de Bellocchio. Seguramente interesante, incluso lingüísticamente, para la investigación sobre los dialectos locales hablados por los distintos personajes repartidos entre Bolonia (y su provincia) y Roma. Preciosas tomas al aire libre de la Bolonia papal, con su corazón palpitante, la Piazza Maggiore y la iglesia de San Petronio.
Paradójicamente, sin embargo, su obsesión por el papa (interpretado magistralmente por Paolo Pierobon) lo transforma en el personaje más fuerte e interesante de la película, a pesar de no ser el protagonista, junto al cual todos los demás (incluidos los judíos) parecen piezas desordenadas, empresarios codiciosas o políticos cínicos.
El cartel de la película en la página de Instagram del evento.
Se trata de una película que no puede dejar de tener resonancia en Argentina, donde durante la dictadura de 1976-1983 los militares arrebataban de sus familias a los hijos recién nacidos de jóvenes secuestrados y desaparecidos, para venderlos o hacerlos adoptar por parejas de confianza, para que los pudieran criar como "buenos patriotas" y no "comunistas impíos". Esto también debería considerarse un intento de conversión, todavía más violento.
La película ganó numerosos premios, incluido el Nastro d'Argento en Italia en 2023 y compitió por la Palma de Oro en el festival de cine de Cannes.
Se proyectará en el marco de la Semana del Cine Italiano mañana a las 16.30 en el cine Cinépolis de Recoleta, luego ingresará a la programación regular.