MONTEVIDEO - Después de casi seis meses en el astillero Río Santiago de La Plata, en Argentina, para trabajos de reparación y controles de rutina, el majestuoso barco Amerigo Vespucci retomó la navegación que lo llevará alrededor del mundo. La primera etapa de este reinicio fue Montevideo.
“El objetivo de este viaje es llevar el mensaje de la cultura y las tradiciones marítimas italianas a todo el mundo, con la participación de más de diez ministerios italianos. En este sentido, se puede decir que representa una ‘embajada flotante’, además de mantener su objetivo originario, la de ser un buque escuela”, explica el comandante Giuseppe Lai durante su intervención en la rueda de prensa.
El velero, construido en 1931 en Castellammare di Stabia, fue creado para el entrenamiento de cadetes y desde entonces es uno de los buques insignia de la Armada italiana. Su estructura exterior es de madera y mide 101 metros de largo y quince de ancho y posee tres imponentes mástiles de velas cuadradas que le confieren un encanto inconfundible y atemporal.
Tal es la impresión que causa que en 1962 el portaaviones estadounidense Independence, después de haberlo encontrado durante una navegación en el Mediterráneo, lo definió como “el barco más bello del mundo”, un elogio repetido por radio sesenta años después, en 2022, por el portaaviones George H. W. Bush en una situación similar.

“Es el barco más antiguo en servicio de la Armada italiana y, al haber sido construido específicamente con fines de entrenamiento, durante el verano italiano, a partir de junio, tenemos a bordo estudiantes de la Academia Naval de Livorno”, explica Aurora Esposito, navegante.
“Estos alumnos, al terminar su primer año en la Academia, vienen para tener su primera experiencia a bordo de un barco, y en este momento también hay estudiantes de la escuela de mariscales a bordo”, continúa el funcionario.
Por eso la tripulación del barco varía entre 250 personas a bordo en el período invernal, y 400 durante el período estival, cuando llegan los estudiantes.

El funcionario explica cómo, no sólo en su estructura, sino también en su estilo de navegación, el Amerigo Vespucci sigue estrechamente ligado a las tradiciones: “La mayoría de las cosas se hacen a mano. La apertura y cierre de las velas, por ejemplo, se realiza totalmente a mano por la tripulación y, en particular, por los llamados ‘timoneles’”.
“Este barco también tiene una historia particular, porque nació con un ‘hermano’, el Cristoforo Colombo, que al final de la Segunda Guerra Mundial fue vendido como prenda de guerra a la Unión Soviética. Sin embargo, se dice que el Colombo era incluso más hermoso que el Vespucci y que los dos barcos se intercambiaron en secreto, pero es sólo una leyenda y las fotos confirman que efectivamente se trata del Amerigo Vespucci”, dice Esposito.

El embajador de Italia en Uruguay, Fabrizio Petri, pronunció un breve discurso a bordo. “Mientras estamos aquí no puedo dejar de recordar los versos de “Viaggio a Montevideo”, del poeta italiano Dino Campana. Y así como sus versos nos llevan a un viaje interior, Amerigo Vespucci representa el verdadero viaje de Italia en el mundo”, dijo el embajador en el puente, lamentablemente medio cubierto por una lona debido al mal tiempo.
“Un ‘embajador viajero’, como decía el comandante Loi, portador de un patrimonio histórico que atraviesa siglos y continentes, uniendo esta tierra lejana con nuestra identidad. Es un símbolo de arte, cultura, ciencia e ingeniería que hace del ‘made in Italy’ una marca de excelencia indiscutible”, continúa Petri y concluye: “Cada puerto que toca se convierte en un escenario para mostrar al mundo nuestra capacidad de combinar tradición y modernidad, pasado y futuro”.