BOGOTÁ – El asesinato del candidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ocurrido en Bogotá, marcará un punto de inflexión en la política colombiana, según el analista Sergio Guzmán. A menos de un año de las elecciones presidenciales, el director de la consultora Colombia Risk Analysis advirtió, en diálogo con Il Globo, que el crimen “va a profundizar la polarización entre los colombianos” y a radicalizar a la base política de derecha.
Guzmán destacó que el impacto del asesinato es mayor si se considera junto con el encarcelamiento del expresidente Álvaro Uribe, ocurrido hace dos semanas, que “afecta de una forma muy tangible” al Centro Democrático, el partido de derecha fundado por el exmandatario.
Sin embargo, el escenario electoral aún está abierto. Guzmán explica que “faltan diez meses para las elecciones y el partido de Uribe Turbay aún no ha definido un mecanismo para escoger a su candidato”. La designación de un postulante podría acelerarse a partir de la muerte del dirigente, pero eso no garantiza un cambio inmediato en la intención de voto.
De hecho, el panorama electoral muestra un escenario complejo. Por un lado, hay 75 aspirantes a la presidencia –de los cuales 42 están oficialmente inscriptos como independientes–. Por el otro, no es posible conocer con precisión la intención de voto de la población debido a la reciente aprobación de la Ley de Encuestas, que prohíbe la publicación de sondeos hasta el 31 de octubre de 2025, tres meses antes del inicio oficial de inscripción de candidatos.
El contexto de violencia política, además, condiciona el debate electoral. Entre enero y mayo, la Misión de Observación Electoral (MOE) registró 134 acciones violentas –como atentados, secuestros y amenazas– contra líderes políticos, sociales y comunales.
Un sondeo de Invamer reveló que la principal preocupación ciudadana es el “orden público” o, dicho de otro modo, la seguridad y la capacidad del Estado para enfrentar la violencia. Según esta encuesta, más del 60% de los colombianos se siente más inseguros luego de la política de “paz total” del gobierno de Gustavo Petro, y casi tres cuartos consideran que el Estado y las fuerzas armadas han perdido el control en las zonas donde operan grupos armados ilegales.
Además, la imagen positiva del presidente Petro ha caído del 50% al 37% desde el inicio de su gestión, mientras que la vicepresidenta Francia Márquez tiene una imagen negativa del 70%. La desconfianza hacia los partidos políticos supera el 70%, lo que agrega otro factor de incertidumbre para el escenario electoral.
El asesinato y posterior muerte de Uribe Turbay reflejan estas tensiones y marcan un punto crítico en la campaña electoral. De acuerdo a un reciente informe de Colombia Risk el aumento de la violencia genera temor y afecta las formas de hacer campaña, lo que se traduce en la realización de actos en espacios cerrados o virtuales, limitando el contacto directo con votantes, sobre todo en zonas remotas.
En cuanto a la seguridad de los candidatos, la Casa de Nariño (sede del Ejecutivo colombiano) no ha implementado un programa unificado de protección, aunque ha aplicado estrategias ad hoc para algunos postulantes y ha reforzado la seguridad de al menos 14 candidatos. También ha encomendado a personal militar y policial tareas de prevención de ataques.
El futuro electoral
Para Guzmán, “no hay una determinación sobre el futuro del país. Hay pesimismo y la oposición tiene una ventaja, pero todavía falta mucho”.
Más allá del orden público, la agenda del próximo presidente estará marcada por múltiples crisis que afectan la estabilidad y el desarrollo del país. El déficit fiscal, la situación del sistema de salud y la redefinición de la política exterior –en especial las relaciones con Estados Unidos, principal socio comercial y militar, y con Rusia– serán ejes importantes en la campaña.