MENDOZA - En agosto se celebra la Semana Nacional del Bonarda argentino, una variedad de uva de orígenes misteriosos que encontró un hogar ideal en Mendoza.
Si bien no es fácil trazar un recorrido preciso, se sabe que esta variedad fue introducida por la inmigración piamontesa en Argentina. Campesinos del norte de Italia que, impulsados por la búsqueda de nuevas oportunidades, trajeron consigo sus tradiciones vitivinícolas y variedades de uva al Nuevo Continente.
Entre estas, la Bonarda se distingue por su capacidad de adaptarse al terreno y los climas de los Andes y, antes de la llegada comercial del Malbec, fue la uva más cultivada en Argentina, usada sobre todo como uva de mezcla para vinos de baja calidad.
El viaje de este tipo de uva no se limita al país sudamericano. En California tomó el nombre de Charbono e inmediatamente fue utilizada para vinos varietales de mejor reputación. Pero a su vez esta uva, que corresponde a la Corbeau de Saboya, fue introducida en Italia por sacerdotes franceses durante la incursión de los ejércitos de Napoleón.
Humberto Persano, argentino de origen piamontés y propietario de Libarna Wines, consiguió rastrear el origen de las plantas que su padre había traído a la Argentina desde Italia.
“Mi abuelo empezó a elaborar vino cuando trabajaba para un sacerdote de Malvino, un pequeño pueblo de la provincia de Alessandria, que le permitía producirlo en su casa (que se encontraba al lado de la iglesia) y llevárselo luego a su hogar como parte del pago”, relata el enólogo, que explica que esta información es el resultado de un arduo trabajo de investigación bibliográfica e investigación histórica.
En el Piamonte, de donde toma su nombre, la Bonarda tiene una larga tradición, pero a partir de análisis genéticos se ha demostrado que la uva que hoy se llama Bonarda Piemontese ya no corresponde a la argentina, más cercana a la Corbeau.
Como si no bastara para crear confusión, en Lombardía se bautiza con este nombre al vino DOC elaborado con la uva Croatina. Es probable que las ambigüedades y malentendidos se hayan originado, precisamente, porque el término Bonarda designaba varios vinos con características similares en toda la zona alpina.
Habiendo encontrado una nueva expresión en las condiciones climáticas y la calidad de los suelos locales, la Bonarda argentina es considerada una especie con carácter propio.
El Fondo del Vino de Mendoza desarrolló un plan de promoción del varietal, que incluye eventos y degustaciones a nivel nacional. El objetivo de la Semana del Bonarda es, precisamente, posicionarlo como un producto estrella de exportación, a la par del Malbec.
La uva ya es muy popular entre los conocedores y enólogos. Héctor Durugutti se ha definido como "un fundamentalista de Bonarda" y las casas más importantes del país producen vinos cada vez más sofisticados.
Con una historia que entrelaza inmigración y adaptación, esta uva es un ejemplo fascinante de cómo una variedad puede prosperar en diferentes contextos, desde las frías colinas del Piamonte hasta los altos valles de Mendoza, pasando por la cálida y árida California.
Independientemente de los orígenes primordiales de estos viñedos, Bonarda ha sido atravesada por la tradición de diferentes culturas para continuar su viaje más allá de las fronteras argentinas.