LA PLATA (BUENOS AIRES) – En una ciudad marcada por la impronta inmigratoria, la Asociación Sarda de La Plata “Antonio Segni” lleva casi cuatro décadas tejiendo una red de pertenencia, memoria y futuro.
Ese núcleo fundador —integrado por María Magdalena Signorini, Pascual Signorini y otras familias— buscó respaldo para dar un paso decisivo hacia la formalización.
El asesoramiento llegó desde Buenos Aires, de la mano de Sardi Uniti, histórica sociedad de socorros mutuos fundada en 1936. “Cosimo Tavera nos orientó sobre cómo constituir un círculo según la ley sarda. Ese acompañamiento fue clave para organizarnos”, explica Signorini. Al año siguiente, en 1989, la entidad obtuvo su personalidad jurídica. “Desde entonces no nos detuvimos”, resume.
Hoy la Asociación Sarda de La Plata forma parte de la Federación de Círculos Sardos de Argentina, que nuclea a ocho instituciones en el país. Para su presidenta, esa pertenencia es una manera de sostener un trabajo común. “La Federación reúne a los círculos sardos argentinos y nos permite coordinar esfuerzos, proyectos y actividades para difundir nuestra identidad”, sostiene.
La agenda cultural del círculo platense es amplia y sostenida. Charlas, conferencias y encuentros sobre historia, geografía y costumbres de la isla son parte del calendario habitual. A eso se suman cursos abiertos a socios y no socios. “Organizamos actividades culturales y también formativas: dimos cursos de italiano y seminarios de cocina sarda, que son una puerta de entrada muy convocante”, señala Signorini.
La gastronomía, de hecho, se volvió uno de los espacios más vitales de la institución. En los talleres se enseñan preparaciones tradicionales como culurgioni (pasta rellena), pan sardo, dulces típicos y platos de carne. “La cocina sarda tiene una riqueza enorme. En los cursos trabajamos desde la masa de los culurgioni hasta los panes y las carnes típicas. La respuesta de la gente en la última edición del curso de cocina fue emocionante”.
Esa apuesta culinaria se complementa con muestras y eventos como Sardegna Con Voi, donde la asociación exhibe sabores, artesanías y expresiones culturales de la isla. También hubo iniciativas centradas en la memoria: una exposición llamada El álbum de la nostalgia reunió fotografías de antepasados de socios y socias, como un modo de revitalizar la historia familiar dentro de la comunidad.
En paralelo, la Asociación impulsó lazos internacionales. Desde 2019 mantiene un hermanamiento con el Círculo Su Nuraghe de Biella, en el Piemonte, motivado por la existencia de la Plaza Isola de Sardegna en La Plata. “Ese espacio platense nos dio una razón muy simbólica para hermanarnos. Es un gesto que fortalece la relación con la isla”, cuenta la presidenta.
Además, el círculo participa de Casa Sardegna, una red global de círculos sardos que se conectan por videollamada para compartir charlas y experiencias con entidades de todo el mundo.
Otro de los desafíos centrales es el recambio generacional. La asociación reconoce que integrar jóvenes no es sencillo, pero insiste en que es una prioridad. En los últimos años incorporó a nuevos integrantes a su comisión directiva, muchos de ellos jóvenes. “Para todos los círculos es difícil convocar a los jóvenes, pero lo logramos: hoy participan con compromiso y ganas”, destaca Signorini.
El trabajo con juventudes también se proyecta hacia la isla. Integrantes jóvenes de la asociación participaron en el Congreso de Jóvenes en Alguer, Cerdeña, donde compartieron vivencias y emociones al reencontrarse con la tierra de sus abuelos. “Fue un momento muy emotivo: estar en el lugar de los antepasados les despertó algo profundo. Esa conexión es lo que buscamos promover”, dice la presidenta.
La Asociación Sarda de La Plata se apoya en una dinámica de difusión constante: redes sociales, página propia y canales federativos. El objetivo es claro: que la cultura sarda no quede encerrada en una nostalgia inmóvil, sino que circule, se comparta y se actualice en la vida cotidiana platense.
La presidenta lo dice con una convicción que resume el espíritu del círculo: “Transmitir la cultura sarda es transmitir amor por la isla, por su gente y por su historia. Lo hacemos desde el corazón”. Y cierra con la frase que guía a toda la Federación: “Siempre digo esto: somos sardos de corazón, porque Cerdeña se lleva dentro. Representamos a la isla desde el amor”.