BUENOS AIRES – Algunos vieron el partido en la casa de amigos o en algún bar. Otros estaban trabajando y seguían cómo podían desde la computadora o el celular las novedades del partido. Pero una cosa es segura: la comunidad napolitana de Buenos Aires y los hinchas del Napoli de todas las edades esperaban con ansiedad este partido clave contra el Cagliari.

Los miembros del Napoli Club de Buenos Aires se juntaron, como ya es habitual, en el bar Sullivan’s, en el corazón de Palermo. El mismo lugar donde, hace apenas dos años, festejaron el tercer scudetto, después de los de 1987 y 1990. Y ahora, el 23 de mayo, esos dos goles sufridos contra el Cagliari le dieron al equipo celeste su cuarto campeonato.

“Una emoción increíble –relata Romina Blastre, una de las figuras del Club, fundado por un italiano, Andrea Camera, que hoy ya no vive en Buenos Aires–. Vivir dos scudetti en una vida ya es muchísimo, pero verlos llegar tan seguidos no tiene precio”.

Sabían que el partido contra el Cagliari iba a ser duro. “Sufrimos hasta el último minuto, y eso lo hizo todavía más lindo –sigue Romina–. Contábamos los segundos, queríamos que se terminara pero también que durara para siempre. ¡Ahora hay que organizar los festejos!”. Igual que hace dos años, cuando Andrea Camera vino especialmente desde Italia para estar presente.

Juan Manuel Tabares, de la asociación Napoli Eterna de Morón, en el conurbano bonaerense, habla incluso de un “milagro”. Y agradece en este orden: a Dios, a San Gennaro y a Diego Armando Maradona. “Con esta victoria, el equipo se consagra como uno de los más importantes de Italia”, opina.

Para él, que tiene parte de su familia en Nápoles, la emoción es doble. “Mis parientes viven en Fuorigrotta, cerca del estadio –cuenta–. Me mandaron videos de los festejos en la calle, que compartí con los grupos de napolitanos en Argentina. Estuve en contacto con ellos y con Italia durante todo el partido, gracias al WhatsApp. Era como estar todos juntos”.

La selfie de Juan Manuel Tabares para la ocasión.

La presidenta de la asociación, Rosa Pedalino, se va en unos días a Nápoles con un grupo de socios, por lo que la emoción es triple.

“Yo estoy feliz recordando a mi abuela –dice Juan Manuel– que fue quien me transmitió el amor por esta ciudad, por una cultura que siento como mía y que honro todos los días con mi participación en la asociación. Sí, soy argentino con el corazón en Nápoles. Y si mi abuela estuviera viva, ahora estaríamos festejando juntos”.

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