BUENOS AIRES – Para escribir e interpretar la obra teatral La visita, Amalia Martini tuvo dos fuentes de inspiración.

Por un lado, los cuentos de Mariana Enríquez, escritora de culto del género de terror en Argentina. Por el otro, su abuela materna, con quien creció en un pequeño pueblito de la provincia de Buenos Aires, Lobería, cerca del mar, a poco menos de 500 kilómetros de la capital.

“No es que mi abuela fuera devota del ocultismo, como la de la obra –bromea Amalia–. Pero ella era una mujer fuerte, una autoridad, en una familia de mujeres”.

Y es así que la entrevista parte desde el teatro para llegar a las historias de familia, de inmigrantes y sobre todo de mujeres, en una sala donde, desde un tocadiscos de púa, llegan las notas de Volver, de Carlos Gardel.

“Mi bisabuelo Martini era de Latronico y emigró a la Argentina a principios del siglo pasado”, dice Amalia, luego de enviar un mensaje a su hermana para que le confirmara el nombre del pueblo, que está ubicado en la provincia de Potenza.

“Mi abuela materna, en cambio, se llamaba Marietta De Benedetto y hoy tendría 95 años”, añade.

De izquierda a derecha, Carolina Del Valle y Amalia Martini. (foto: F. Capelli)

La obra La visita es la experiencia, una auténtica visita guiada, organizada por su nieta Pilar, a la casa que había pertenecido a su abuela Norma (nombre no casual), una vidente dedicada a la magia negra, a cuya sombra creció su nieta.

Durante la visita se delínea la figura de Norma y su mundo oscuro, en el que Pilar (y con ella el público) será inevitablemente absorbida, metáfora de la imposibilidad de romper con un rol y un vínculo familiar. La promesa de una “vida eterna”, que termina siendo un “eterno retorno de lo mismo”.

Como el espectáculo tiene lugar en un espacio poco convencional (no un teatro, sino un centro cultural que, en realidad, es una casa particular), la experiencia es especialmente atractiva para el público presente, en un crescendo de tensión que conduce a la revelación final.

“Mi abuela no tuvo nada que ver con la oscuridad de Norma –se apresura a aclarar Amalia–. Pero ella también estaba siempre esperando ‘visitas’. Las de las amigas con las que jugaba a las cartas, no los espíritus”.

También la familia de Carolina Del Valle, asistente de dirección del espectáculo (la dirección es de Julián Quilaqueo), tiene orígenes italianos.

“Mi apellido es en realidad español –subraya–, pero la familia de mi madre, Di Salvo, era de Catanzaro. La abuela Vicenta nació en la Argentina, pero tenía dos hermanos mayores llegados en un barco cuando aún eran niños”.

La familia se instaló en Pehuajó, un centro agrícola del interior, en la llamada Pampa Húmeda, donde se necesitaba mano de obra para trabajar en el campo.

“En la vida de todos los días soy bibliotecaria –dice Carolina–. Amalia y yo somos amigas desde hace muchos años y, cuando me involucró en el proyecto, no lo dudé ni un minuto. No me sentía preparada para la tarea de dirigir, pero aun así le ofrecí mi ayuda como asistente”.

Algo así como decir que, si las mujeres pueden ser muy destructivas con otras mujeres, especialmente en la familia, siempre existe la amistad para salvarnos.

La visita está en cartelera los jueves a las 20:30 durante todo el mes de septiembre, en el Espacio Parva (zona del Abasto) de la Ciudad Buenos Aires. Reservas a través de Alternativa Teatral.