BUENOS AIRES – No cierra los feriados. Y en el fresco de un patio o en las mesas de un café siempre hay espacio para leer un libro o trabajar en la computadora, después de visitar una exposición o curiosear en las estanterías de la librería.
Es en Centro Cultural Recoleta –“el Recoleta” para los porteños– en el corazón del barrio del mismo nombre, al lado del cementerio monumental de la ciudad, donde se encuentran las tumbas de personajes ilustres como Sarmiento y Evita.
El edificio fue originalmente un convento franciscano, pero luego la declaración de independencia de Argentina en 1816 fue reconvertido en un edificio de uso civil y adaptado desde el punto de vista arquitectónico al nuevo uso.
Albergó una escuela de dibujo fundada por Manuel Belgrano, en 1870 se convirtió en refugio para personas sin hogar y a principios del siglo XX Torcuato de Alverar, gobernador de Buenos Aires, lo transformó en un centro cultural.
A principios de los años 1980 fue objeto de una importante modernización, para transformarse en un espacio libre de experimentación y exposición para artistas jóvenes.
En el proyecto trabajaron tres famosos arquitectos : Jacques Bedel, Luis Benedit y el italiano Clorindo Testa, que nació el 10 de diciembre de 1923 en Benevento y emigró con su familia a Argentina cuando era niño.
Licenciado en arquitectura por la Universidad de Buenos Aires, es considerado el iniciador del movimiento brutalista argentino, que privilegia materiales como el cemento a la vista, el vidrio y el acero. Entre sus proyectos más representativos del estilo, la sede del Banco de Londres (hoy Banco Hipotecario) en el centro de la Ciudad de Buenos Aires y la Biblioteca Nacional, no lejos de la Recoleta.
La conversión a espacio cultural en la década de 1980 coincide con el renacimiento de las artes y la libertad de expresión a partir del regreso de la democracia en 1983.
Durante la dictadura, los jóvenes artistas se reunían en espacios clandestinos y, a partir de 1983, la Recoleta fue uno de los primeros espacios en incluir los lenguajes underground desarrollados en los años anteriores.
Si ser joven, entre 1976 y 1983, era sinónimo de subversivo (y susceptible de desaparecer), en Recoleta esta categoría fue recuperada con un significado positivo: subversivos, es decir, revolucionarios, críticos, deseosos de cambio.
Mirando la experiencia del Centro Pompidou de París, el Recoleta favorece la hibridación entre artes y lenguajes, entre la academia y la calle, entre la cultura clásica y el hip hop, entre lo lúdico y lo educativo.
Los espacios de trabajo de Recoleta son abiertos a todos y gratuitos.
También es un lugar de encuentro entre diferentes edades, pero hace un guiño a los jóvenes, con un museo participativo permanente donde está "prohibido no tocar" y un programa para adolescentes (Clave 13/17) gestionado por ellos mismos, además de una convocatoria permanente para la presentación de proyectos. También tienen festivales de cine, espectáculos de teatro y cursos de todo tipo. Todo gratis.
Las exposiciones actuales incluyen: Rojo Vivo, Red – Familias por adopción, Arquitecturas Soberanas.