ITUZAINGÓ (BUENOS AIRES) – Para celebrar la IX Semana de la Cocina Italiana en el Mundo, la Agencia Consular de Morón organizó la feria ITALIӔNOTICA, evento donde se realizó una degustación gratuita de vinos elaborados por familias de origen italiano radicadas en Argentina.
Una oportunidad única para descubrir la tradición de este sector - que en Italia genera 10 mil millones de euros al año en exportaciones y representa el 17% de la producción mundial de vino - y su conexión con la realidad local, donde la tradición vitivinícola italiana tiene profundas raíces y está en constante evolución.
El Agente Consular de Morón, Giulio Barbato, inauguró el evento expresando su agradecimiento a todas las instituciones que contribuyeron a la realización de la feria, entre ellas la Embajada, el Consulado, el Instituto Cultural Italiano y los Comités de Morón. En su discurso, Barbato subrayó la importancia de preservar y difundir el patrimonio cultural italiano en el mundo, en particular a través del vino, símbolo de convivencia desde hace milenios.
“El vino es patrimonio cultural. Es un arte perfeccionado a lo largo de los siglos, transmitido de generación en generación, que en Argentina ha generado una industria de excelencia”, afirmó Barbato, explicando que la velada “representa una oportunidad para conocer esta tradición, que aquí se ha traducido en la producción de uvas italianas como Sangiovese y Corvina y en los blend que surgen de la unión entre variedades italianas y locales. Estos vinos son una metáfora perfecta de la unión entre Italia y Argentina”.
Luego explicó que “el evento también apunta a promover bodegas argentinas innovadoras y de vanguardia, capaces de transformar la zona oeste de la provincia de Buenos Aires en un polo vitivinícola de excelencia y producción sustentable”.
Giulio Barbato concluyó su discurso agradeciendo a la comunidad italiana por su constante participación en las iniciativas de la Agencia Consular, y a María Teresa Di Meo, la anfitriona de la velada, invitando a los asistentes a conocer las historias de las etiquetas degustadas. Y con la esperanza de que la experiencia de vida a nuevas sinergias.
Ariel López presentó Block Wine, un innovador proyecto de certificación para el sector vitivinícola a través del mecanismo Blockchain: “Esta tecnología tiene el potencial de revolucionar la forma en que consumimos vino, garantizando la trazabilidad y autenticidad de cada botella, en cada etapa de la cadena de producción”, explicó.
Block Wine permitiría a coleccionistas, inversores y consumidores adquirir vino antes de su comercialización, teniendo la certeza de la calidad y los procesos a los que ha sido sometido, gracias a certificaciones transparentes.
Esta innovación también traería enormes beneficios a las bodegas, que podrían vender la producción por adelantado, ganándose la confianza de los clientes y aumentando la visibilidad internacional.
En el marco del evento también se organizó una breve conferencia moderada por el enólogo Alex Rodríguez, portavoz de dos proyectos presentados en la feria. Por un lado Caelum, una bodega mendocina que elabora vino espumoso a partir de uvas Fiano, inspirada en Fiano D'Avellino, y por el otro un proyecto perteneciente a la familia Chies, que fundó la bodega Castel Conegliano en la Laguna de la Brava, en la provincia de Buenos Aires, cerca de la costa atlántica.
Originarios de Conegliano Veneto, decidieron rendir homenaje a sus abuelos elaborando un producto como el que solían beber en familia. Un espumoso estilo prosecco de Glera, un Moscato Giallo y un Pinot Noir al que bautizaron, en italiano, Il Pazzo.
Luego tomó la palabra Mateo Durigutti, hijo de Héctor, quien fundó la bodega Durigutti junto a su hermano Pablo en la localidad de Las Compuertas, un pequeño pueblo de Mendoza, olvidado hace mucho tiempo y ahora renacido gracias a la recuperación que la empresa ha hecho de viñedos centenarios, revalorizando ese territorio.
La semana pasada la bodega fue seleccionada entre las diez mejores del mundo en la lista World's Best Vineyards 2024. “Para nuestra familia es un sueño hecho realidad”, afirmó Mateo, que desde chico vio crecer al proyecto.
Según explica Alex Rodríguez, en Argentina cada vez se producen más vinos de estilo italiano, con gran éxito entre los consumidores, porque “son frescos, más ligeros y por tanto también más fáciles de maridar con comidas y ocasiones”.
Un perfecto ejemplo de esta tendencia es la bodega Cielo y tierra del músico Gustavo Santaolalla, creada con los enólogos Juan Carlos Chavero y Juan Pisani. Su etiqueta Callejón de las brujas produce vinos jóvenes a precios accesibles, pero de excelente calidad. “Un buen vino no tiene por qué ser caro”, subrayó Chavero.
Luego el micrófono pasó a Julián Brito, sommelier y representante del sello BIRA Wines, de los socios (y amigos) Santiago Bernasconi y Federico Isgró, quienes elaboran vinos inspirados en el viaje de sus abuelos italianos, que emigraron a la Argentina. Cada vino lleva el nombre de un acontecimiento que marcó su historia (el pueblo de origen, el nombre del barco...), mientras que el estilo y las uvas son estrictamente italianos.
El evento representó no solo una oportunidad para descubrir los mejores vinos locales y nuevas etiquetas de origen italiano, sino también una oportunidad para reflexionar sobre cómo la innovación puede enriquecer la tradición y contribuir al crecimiento de un sector que juega un papel fundamental en el desarrollo económico de ambos países.