BUENOS AIRES - El caso de la señora que, en un colegio electoral del barrio porteño de Once, salió llorando del cuarto oscuro, porque -según dijo- "votar nunca me había causado tanta angustia" da una idea de cómo la sociedad argentina se presentó ante las urnas. 

Con una participación muy baja en comparación con cualquier otra consulta del pasado, pero mayor que en las primarias, el peronista Sergio Massa (de Unión por la Patria, que obtuvo un 36,68 por ciento de los votos contra el 27,27 por ciento de las primarias) y el candidato de extrema derecha Javier Milei (de La Libertad Avanza, 29,98 contra 30,4 por ciento en las primarias). Los porcentajes aún no son definitivos. 

Patricia Bullrich (de Juntos por el Cambio, que reunió el 23,83 por ciento de los votos) quedó en tercer lugar, fuera de la contienda. Luego de quedar segunda en las elecciones primarias, con 27,27 por ciento, es la gran perdedora de esta vuelta electoral.

Analizando los porcentajes de las primarias y de esta primera vuelta, la primera sensación es que Sergio Massa se habría beneficiado de la mayor participación electoral, como si el temor a una victoria de Milei convenciera a los decepcionados con los últimos cuatro años de gobierno kirchnerista a votar a un candidato de la misma tendencia "tapándose la nariz". 

También parecería que los votos que habían pertenecido a Horacio Rodríguez Larreta (rival del partido de Bullrich en las primarias) fueron, en gran medida, hacia Massa. Algo que no es una gran sorpresa. Larreta (actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) es considerado un moderado, un mediador entre distintas instancias, un aliado de Estados Unidos, un hombre de diálogo, reacio a utilizar la represión ante las protestas. Atento a la defensa de la propiedad privada y a la libre iniciativa económica, sin derribar el Estado de bienestar.

Un perfil, de hecho, que le acerca más a Sergio Massa que a Bullrich o Milei. 

El éxito de este último, cualquiera que sea el resultado de la segunda vuelta prevista para el 19 de noviembre, es el acontecimiento político más importante de estas elecciones. 

En la Cámara de Diputados, el partido de Milei pasará de tener tres a 37 representantes y en el Senado, del que hasta ahora no había formado parte, tendrá ocho. Por lo tanto, independientemente de si llega a ser presidente o no, su partido es una fuerza capaz de cambiar el equilibrio, dado que -incluso si Massa gana en la segunda vuelta- la coalición Unidos por la Patria ya no podrá contar con una mayoría absoluta. 

Sergio Massa es más que consciente de eso, tal como se desprende del discurso de anoche a sus militantes. Allí habló de un gobierno de unidad nacional y de superar la grieta, término utilizado para definir la polarización de la sociedad argentina entre peronistas y antiperonistas (conocidos como gorilas).

Volvió a mencionar que convocará a Roberto Lavagna a un hipotético futuro gobierno, antiguo ministro de Economía de Néstor Kirchner, que contribuyó a reactivar el país después del default de 2001. Y comenzó la lista de agradecimientos con la mención a las fuerzas armadas, por el trabajo realizado en los últimos días. 

Las palabras de Massa hacen pensar que se acabó una era política para la Argentina, la del kirchnerismo, iniciada en 2003 con la elección de Néstor Kirchner.

El voto de la comunidad italiana se produjo tanto en las mesas ordinarias (para aquellos que, en su mayoría, tienen ciudadanía argentina), como en aquellas destinadas a extranjeros residentes, que se limita a votar a candidatos locales (a excepción de la provincia de Formosa, donde el voto extranjero no está habilitado). 

Italianos votando en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires.

Hoy en la comunidad italiana el alivio por haber frenado el paso de Milei va acompañado del desencanto. El voto por Massa, que forma parte del actual gobierno bajo el cual la inflación superó el 100 por ciento, no es un cheque en blanco.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los candidatos Jorge Macri (de Juntos por el Cambio) y Leandro Santoro (de Unidos por la Patria) irían a la segunda vuelta, incluso si la victoria del primero es una conclusión inevitable: quedó a pocas décimas de alcanzar la mitad de los votos porteños, los necesarios para obtener la victoria.

Jorge Macri, primo del expresidente Mauricio, es el ex intendente de Vicente López, municipio limítrofe con la capital en el área metropolitana norte, el más rico y conservador. Actualmente forma parte del gabinete del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Prometió una gestión en línea con la de su antecesor Horacio Larreta, pero con una política inmobiliaria diferente. Una de las críticas dirigidas a Larreta por sus propios votantes es la política hacia sus iniciativas edilicias, con concesiones que cimentan y distorsionan la fisonomía de los barrios típicos y destruyen edificios históricos. 

Macri es particularmente popular en la comunidad calabresa, dado que sus orígenes son de Aspromonte. Reivindica sus raíces, a menudo hace referencia a su padre, nacido en Italia y muy estimado en la comunidad italiana, y participa activamente en instituciones comunitarias como el Hospital Italiano. Su rival Santoro, que comparte apellido italiano, nunca hizo ninguna referencia a sus orígenes durante la campaña electoral. Y esto, para muchos descendientes, marca la diferencia.

Los resultados de las elecciones locales están en línea con el voto presidencial: en la capital Patricia Bullrich, del mismo partido que Jorge Macri, fue la candidata más votada, con 41,2 por ciento de las preferencias.

Sin embargo, también sigue siendo interesante el 32,2 por ciento de Massa, mientras que Milei no llega al 20 por ciento. Bullrich perdió el 8 por ciento de los votos en las primarias, el mismo porcentaje que ganó Massa. Una confirmación más de que los votos del candidato Larreta fueron a parar a la zona de influencia de Massa y no a su compañera de partido. También queda claro que la fuerza de Milei no está en la capital. 

En la provincia de Buenos Aires, fundamental desde el punto de vista electoral por ser la más poblada del país, el actual gobernador kirchnerista Axel Kicillof ganó en primera vuelta -allí no hay ballotage- con el 44,88 por ciento de los sufragios, lo que representa un aumento de 8 puntos y medio porcentuales en comparación con las PASO.