BUENOS AIRES – Una cúpula llena de estrellas recibió el sábado 9 de noviembre a unas 5.500 personas en el Planetario de Buenos Aires. Fueron muchos los ciudadanos que, durante la Noche de los Museos, vivieron una experiencia única que combinó ciencia, arte y filosofía.

Un concierto al aire libre de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad inauguró esta edición del evento, en presencia del gobernador de Buenos Aires, Jorge Macri, quien visitó las instalaciones del Planetario junto a la directora Estefanía Coluccio Leskow.

Estefanía Coluccio, doctora en Física de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dirige ahora la institución que, además del planetario -el instrumento que permite proyectar el firmamento en la sala esférica central-, también alberga un museo donde se exhiben artefactos, meteoritos y piedras lunares, además de exposiciones fotográficas itinerantes.

De origen italiano, calabrés concretamente, Estefanía tiene un historial de conexiones internacionales que también la vinculan a Italia.

En 2017 pasó un año en Nápoles realizando un posdoctorado en física en el Instituto Nacional de Física Nuclear (INFN). Durante ese período se enamoró de la ciudad, vínculo que continuó cultivando, regresando con frecuencia incluso una vez finalizado ese período de estudios.

Estefanía Coluccio en la entrada del Planetario de Buenos Aires.

“Nápoles es mi segunda casa y ocupa un lugar especial en mi corazón –explica Coluccio–. Viniendo de Argentina es un lugar muy familiar. Los napolitanos, en cuanto se dan cuenta de donde sos, te tratan como a uno de los suyos, porque dan por sentado que hay idiosincrasias comunes y que entendés perfectamente su forma de hacer las cosas”.

Estefanía baila tango. Esa pasión le permitió crear una vida social fuera de los círculos científicos y conocer lugares alejados del centro de la ciudad, acudiendo a milongas y salones de baile, que muchas veces quedan fuera de los circuitos turísticos. “Los lugares donde se realizaban los eventos de baile a menudo estaban en los suburbios y pude descubrir lugares donde de otra manera no habría ido”, explica Estefanía. 

Sin embargo, su barrio favorito sigue siendo Vomero, por la extraordinaria vista que ofrece del Golfo. Cada vez que visita Nápoles, da un paseo por los altibajos de las calles de las colinas.

El Planetario Galileo Galilei está ubicado en los parques de Palermo, un pulmón verde de Buenos Aires.

Antes de convertirse en directora del Planetario, Estefanía adquirió experiencia como divulgadora científica, escribiendo para numerosas publicaciones internacionales y realizando cursos de astronomía en línea para niños y adolescentes durante el confinamiento por la pandemia. 

Fue en ese momento cuando descubrió la vocación de transmitir sus conocimientos sobre el universo a los más jóvenes y poder mostrarles que las estrellas no están tan lejos, convencida de que la exploración científica puede estar al alcance de todos.

 “Nuestros esfuerzos en el Planetario se centran en desarrollar programas para niños, con el fin de estimular la curiosidad científica y ofrecer nuevas perspectivas sobre nuestra relación con el cosmos”, explica Coluccio. Además de las visitas periódicas a las escuelas de la ciudad, se organizan observaciones de la luna con telescopios y muchas otras actividades abiertas al público. 

El Club del Cosmos es el buque insignia de la gestión de Coluccio. Dirigido a jóvenes de entre 15 y 20 años apasionados por el espacio, la astronomía, la ciencia y la astronáutica, es un club para aquellos que quieran profundizar en estos temas y estar en contacto con otros jóvenes que comparten las mismas pasiones. 

Se organizan actividades -tanto virtuales como presenciales- como talleres, cursos, visitas a museos y debates con científicos. Este mes, por ejemplo, los niños tendrán la oportunidad de conocer a un astronauta de la NASA.

Uno de los principales atractivos de la velada organizada con motivo de la Noche de los Museos fue la charla abierta al público, en la que participaron científicos y expertos del Planetario, siempre disponibles para informar, no solo en esta ocasión especial, sino también durante la apertura en horario normal.

En el atrio del edificio se pueden ver, e incluso tocar, grandes meteoritos que cayeron a la Tierra hace miles de años. En el interior del Planetario se exhiben las piedras lunares entregadas a Argentina por la NASA y reproducciones en miniatura de las naves espaciales que participaron en la misión de alunizaje.

La sala central de exposiciones.

A escala real es posible observar el modelo de un satélite de fabricación argentina, como los que actualmente giran alrededor de la Tierra para conectar nuestros teléfonos y computadoras.

El museo es también custodio de la historia de la astronomía y alberga un antiguo sistema planetario copernicano de 1901, instrumento que representa el sistema solar a escala, uno de los pocos ejemplos aún en perfecto estado y funcionamiento.

Sistema planetario copernicano.

Pero el protagonista indiscutible es el propio planetario, la pequeña esfera que ilumina la bóveda del edificio recreando la del cielo estrellado. “Los planetarios nacieron con el crecimiento de las ciudades, para permitir a los ciudadanos poder observar las estrellas a pesar de la presencia de la luz eléctrica”, explica Estefanía. 

La sala de proyectores del planetario.

El edificio aún alberga “la hormiga”, el primer y enorme instrumento con el que se inauguró el Planetario de Buenos Aires en 1968, tan voluminoso y pesado que fue necesario construir la cúpula del edificio a su alrededor. Hoy las estrellas se proyectan mediante un pequeño y moderno dispositivo.

El instrumento planetario antiguo original de los años sesenta, de la marca Zeiss.

En 2024 se cumplirán cien años de la invención del instrumento planetario y se ha publicado un dossier especial al respecto en la revista mensual SI MUOVE, del instituto.

Estefanía no es el único vínculo del Planetario de Buenos Aires con Italia, que lleva el nombre de Galileo Galilei. El nombre de la revista, de hecho, hace referencia a la frase “...eppur si muove” (y aún así, se mueve) que, según la leyenda, fue pronunciada en 1633 por el astrónomo italiano, en señal de desafío después de haber sido obligado por la Iglesia a negar que la Tierra gira alrededor del Sol.

Se eligió el nombre SI MUOVE, en italiano, porque es comprensible para los argentinos y porque connota la constante evolución de la investigación científica que, como los planetas, está siempre en movimiento.

En su oficina, Estefanía está rodeada del verdor del parque circundante y de las cartas de los niños que participaron en los programas del Planetario, que guarda con cariño. El dibujo de un niño representa una nave espacial con el mensaje “Hacia las estrellas”.

“Este es el que me gustaría que fuera mi legado en esta institución –dice Estefanía–. Hacer comprender a los jóvenes que la física, la astronomía y la astronáutica no son materias totalmente ajenas a la vida cotidiana y que hay muchas posibilidades diferentes de desarrollarse profesionalmente en estas áreas, y que a través de los estudios hay muchas oportunidades de abrir horizontes, en la Argentina y en el exterior”.