BUENOS AIRES – ¿Cómo terminará Israel esta guerra? “Sin haber acabado con Hamas y Hezbollah y con una crisis interna”. La frase es del analista y profesor de ciencia política Fabián Calle, que estuvo como invitado durante la tradicional Cena del Lunes del Círculo Italiano.
Calle intentó echar luz ante la audiencia que acudió a la velada del 25 de noviembre acerca de los conflictos en Medio Oriente, un lugar donde “hay varias fracturas, entre países, entre credos y entre etnias: entre persas y árabes que se detestan y después, dentro de los árabes, chiitas y sunitas, la divisoria se ubica allí y dentro de las versiones más laicas, más populares y las visiones más radicalizadas”.
Hay además, “una solidaridad retórica que los países árabes tienen sobre los palestinos que nunca se transforma en la solidaridad práctica -afirma el analista-. Y muchas cuestiones no resueltas para los países vecinos a Israel: si Gaza le conviene o no a Egipto, el dominio sobre los altos del Golán, la posición siempre ambigua de Jordania…”.
Se dice que los palestinos son queridos y cuidados por países árabes. Pero para Calle, lo cierto es que usualmente son instrumentos de otras políticas, “un medio para el logro de objetivos ajenos. Esa es la verdadera tragedia”.
Los intereses de occidente en oriente, cuenta Calle, fueron cambiando luego de la Segunda Guerra Mundial. Una vez finalizado el conflicto bélico, Estados Unidos comenzó a tener especial interés en el gas y el petróleo de los países del Golfo Pérsico (Bahrein, Irán, Irak, Kuwait, Oman, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos).
Hasta que se dio el boom del shale petróleo y del shale gas de los años ‘80 y ‘90 en pleno territorio norteamericano. Estados Unidos comienza a producir su propio gas y su propio petróleo. Y comienza a debilitarse su interés geopolítico en el Medio Oriente.
Pero el 11 de septiembre de 2001 el atentado a las Torres Gemelas, perpetrado por Al Qaeda, marcó un quiebre.
“En ese entonces el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pretendía ‘evangelizar a los tiros’ a Medio Oriente”, afirma Calle. Cristiano, frente a las cámaras Bush sostenía que era creyente y que estaba seguro de que los musulmanes creían en un Dios que era igual al suyo. Tan solo había que explicárselo.
Su plan, además, era destruir Al Qaeda. Quería encontrar a Osama Bin Laden, responsable de los ataques del 11 de septiembre, y quitarle poder a los talibanes, que gobernaban Afganistán. De ese modo invadió aquel país en octubre de 2001, “en una operación que debía durar seis meses”, relata Calle. Pero las tropas norteamericanas permanecieron en el lugar dos décadas, en el que fue el conflicto bélico más largo llevado a cabo por Estados Unidos. “Y los talibanes siguen gobernando el país”, sentencia el analista.
El objetivo siguiente de Estados Unidos fue Irak. “Sin implicaciones en el atentado a las Torres Gemelas”, sostiene Calle, las autoridades sostuvieron que el país poseía armas químicas, algo que nunca pudo ser comprobado por los equipos internacionales que acudieron a realizar las pruebas. Su líder, Saddam Hussein, era uno de sus blancos. El país fue invadido en marzo de 2003 y el conflicto armado persistió hasta 2011.
China también empieza a interesarse en Medio Oriente. “Es el gran comprador ahora y a futuro de petróleo -explica Calle-. Pero el problema que tiene es que le interesa la energía de esta zona, pero quien controla militarmente la zona es Estados Unidos”.
A la par, hace pocos años la primera gestión de Donald Trump llevó a la firma de acuerdos entre Israel y varios países del Golfo, conocidos como “los acuerdos de Abraham”. Esto supuso para Israel un paso importante con vistas a romper con el aislamiento que Tel Aviv sufre desde hace décadas.
En efecto, la normalización de relaciones con los Estados del Golfo, países con los cuales ya hacía tiempo existían contactos que brindaban pistas de un posible deshielo, se convirtió en los prolegómenos del establecimiento de vínculos diplomáticas con otros países árabes.
“Lo cierto es que estos movimientos, que tomaron lugar en el tablero de juegos de la región de Medio Oriente, no hacen más que confirmar la pérdida de relevancia de la perceptiblemente olvidada causa palestina -afirma Calle-. Una situación que quiso ser rota con la toma de rehenes de octubre de 2022”.
“Si uno mira el despliegue de fuerza militares, hay una relación de 9 a 1 a favor de Israel. En el terreno ganó Israel: Hamás no controla Gaza, perdió el control territorial -explica el analista-. Ahora bien: la victoria estratégica sería acabar con Hamás. ¿Se va a lograr?”.
Israel, aunque logre controlar Gaza, “seguirá perdiendo gente. Deberá usar grandes recursos para mantener su control, se va a tener que hacer cargo de darle de comer a dos millones y medio de personas y lo mismo va a pasar al norte”, agrega el profesor Calle.
Una novedad inquietante que marcó el profesor es que Irán atacó por primera vez territorio de Israel: “Se rompieron con esto un montón de reglas, como esa idea de que no se atacan directamente, sino que usan proxies: moderación con prudencia. Israel no es otra cosa que una gran potencia militar y las grandes potencias militares son animales cuando se enojan, bestiales con todas las cosas, por eso hay que tratar de no hacerlo enojar. Pero Israel va a terminar este ciclo de conflictos sin acabar con Hezbollah, sin acabar con el poder militar ni nuclear de Irán”.
Por último, Calle llamó a no creer que “Contra Israel hay que hacer algo”, como dicen muchos, según él. Para disuadirlos propuso ver una película, Munich, que muestra cómo por 34 años la Mossad se dedicó a perseguir a quienes participaron en la masacre de Munich. Según Calle, “Los mató a todos”.