BUENOS AIRES – Para Federico Comacchio el trabajo es un "asunto de familia" y en la fábrica se siente como en casa.

Comenzó a trabajar en BSC, la empresa fundada por su abuelo que produce maquinaria de embalaje, cuando aún estaba en la escuela secundaria.

Al principio realizaba pequeñas tareas en el área mecánica, pasando muchas horas en la planta junto a su padre, el director general.

Una vez graduado en ingeniería mecánica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) con el mejor promedio de su facultad, comenzó a sumergirse en roles que requerían más responsabilidad, siempre vinculados a su profesión y a la gestión de la empresa.

Hoy es responsable del área de ingeniería, rol en el que está desarrollando nuevas habilidades adicionales a las adquiridas a través de sus estudios.

Para Federico, es precisamente en el trabajo donde más se aprende, incluso cometiendo errores, pero de todas formas tiene intención de hacer un MBA (Master in Business Administration) en el futuro, para fortalecer sus capacidades de gestión.

Consciente de que dirigir la empresa familiar es un gran privilegio, pero también una gran responsabilidad, quiere estar preparado de la mejor manera posible para esta tarea.

Otra forma de mejorar sus habilidades gerenciales es compartir experiencias con otros líderes de empresas locales, a través de la organización Vistage, de la cual forma parte.

Vistage reúne a empresarios y directivos para analizar temas comunes y participar en reuniones mensuales con economistas, profesores y grandes empresarios.

Un tema muy discutido entre los empresarios argentinos es el de la diferencia entre el costo de los componentes importados y el precio de los productos exportados. El valor de cambio del peso argentino frente al dólar estadounidense para la liquidación de exportaciones es superior al valor de cambio del peso argentino en bolsa. 

Como resultado, los costos de importar componentes para la producción son muy altos, mientras que los ingresos por ventas al exterior son muy bajos, lo que hace que los precios de venta necesarios para cubrir los costos no sean competitivos, lo que reduce las ventas.

En el caso de BSC, las exportaciones que en años anteriores representaban el 70% de la facturación de la empresa, este año bajaron al 10%, pero todavía pueden producir para el mercado local, mientras esperan que la situación pueda revertirse en el futuro. 

“A través de mi experiencia personal en la empresa, y con lo que aprendo de quienes tienen más trayectoria, trato de entender cómo ser un mejor emprendedor – explica – Lo que implica que en el futuro puedo gestionar la empresa no sólo a beneficio de mi familia, sino también de los empleados que forman parte de ella y de los clientes”.

En este momento Federico considera fundamental sostener la reputación que la empresa supo construir a lo largo de los años, en particular en lo que respecta a la calidad de sus productos.

“Construimos nuestras máquinas para que duren toda la vida. Algunas de las que fabricó mi abuelo todavía están en uso. Lo hacemos en beneficio de nuestros clientes y pensando en la sostenibilidad de nuestro negocio y del planeta, porque siempre debemos pensar en el futuro y no solo en los beneficios inmediatos”, concluye Federico.