BUENOS AIRESGattino es un proyecto que nació, casi por casualidad, en 2020, cuando María Laura Santarsiere buscaba un cuaderno adecuado para los apuntes de sus clases de italiano y -al no encontrarlo- decidió hacerlo ella misma.

Compró todos los materiales que necesitaba, incluida una máquina para encuadernar muy pesada. En ese momento se le ocurrió que podía confeccionar cuadernos para vender a sus compañeros del curso de italiano al que asistía.

María Laura es diseñadora industrial. Contaba con las habilidades técnicas necesarias para desarrollar el proyecto y un tenía talento para el dibujo, gracias a un curso de seis años en el que consiguió el título de profesora de dibujo.

Así nació “Gattino”, su marca personal que produce cuadernos y diarios con ilustraciones de ciudades y regiones italianas y leyendas en italiano.

Algunos de los cuadernos de Gattino y los stickers temáticos que incluyen.

El amor de Laura por Italia proviene de su propia historia familiar.

De ascendencia italiana, en 2001 realizó un viaje con toda la familia a Sala Consilina (Salerno), lugar de origen de su abuelo y padre. Allí, por primera vez, escuchó a su padre hablar italiano.

El padre de Laura, que llegó de Italia cuando tenía cuatro años junto a su hermano menor y sus padres, se crió en la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Mataderos, donde aún hoy viven sus padres.
Muchos de los hermanos de su abuelo ya habían emigrado a la Argentina antes que él y le enviaban noticias de oportunidades laborales, invitándolo a seguirlas.

Como sucedía a menudo con los inmigrantes italianos que tenían la suerte de tener parientes al otro lado del océano, la familia se ofreció a acogerlos en los primeros días, asegurándoles un techo y apoyo inicial. 

Los Santarsiere tuvieron la oportunidad de comprar una casa en Mataderos a una familia que quería venderla rápido por motivos personales.

Un golpe de suerte que les permitió instalarse definitivamente en Buenos Aires.

Los Santarsiere juntos, cuatro generaciones en una foto.

Un gran salto cualitativo, si se tiene en cuenta que el abuelo en Italia era agricultor. De niño ayudaba a la familia con el ganado, llevando las ovejas a pastar. A los 18 años fue reclutado y enviado a luchar en la guerra.

Luego de esa experiencia decidió partir hacia América en busca de oportunidades. Fue así como llegó a Venezuela, donde trabajó como agrícultor y como cocinero.

En 1950 regresó a Italia y se casó. Nueve años después, partió hacia Argentina junto a su esposa y sus hijos. Allí consiguió empleo en la planta metalúrgica CAMEA en Villa Lugano, donde trabajaba largas jornadas y logró ascender.

Además de ocuparse de las tareas del hogar, la abuela de Laura tejía y arreglaba las medias, que en la época eran piezas preciosas.

Mientras tanto, el padre de Laura pudo estudiar ingeniería en la universidad y a los veintidós años abrió una empresa que al principio hacía dibujos técnicos de maquinaria y luego se convirtió en minorista de carburo y mayorista de herramientas.

 

María Laura en uno de sus viajes a Italia.

Ahora también Laura forma parte de la empresa familiar. Allí explota su faceta más técnica de diseñadora industrial. Su lado creativo, en cambio, lo expresa en las delicadas ilustraciones de los cuadernos “Gattino”.

“Al principio hacía cuadernos con los temas que me gustaban, por ejemplo, ilustrados con un mapa de Italia, o las calles de Roma -dice-. Con el tiempo, la gente comenzó a hacerme solicitudes específicas. El primer cuaderno que diseñé por encargo fue el de la región de Calabria, para una chica que quería hacer un regalo a una amiga descendiente de familia calabresa”.

Desde ese primer proyecto, muchas otras personas le han pedido cuadernos de las regiones de donde descienden sus familias.

Por otro lado, muchas ideas surgieron de los cursos de italiano a los que asistió, como la portada ilustrada con la máscara veneciana, nacida de una lección en la que se hablaba del carnaval de Venecia.

 

Cuadernos Gattino inspirados en diferentes ciudades de Italia.

María Laura, que viajó en varias oportunidades al Bel Paese, conoció muchos lugares que le sirvieron como fuente de inspiración y le resulta fácil pensar en los motivos y colores para representarlos.

Cuando, por el contrario, se trata de lugares que no ha visitado, realiza una exhaustiva investigación sobre el lugar. Lee artículos, ve videos y fotos, para poder representar la identidad del lugar de manera fiel en sus dibujos.

Pronto Laura volará de regreso a Italia para un viaje de estudios organizado por la escuela de italiano Dante Alighieri de Ramos Mejía.

Pasará dos semanas en Alghero (en Cerdeña) estudiando italiano en una academia, cuatro horas al día, cinco días a la semana.

Después de este período de estudio intensivo, visitará durante dos semanas las ciudades del norte, en busca de nueva inspiración para sus hermosos productos.