BUENOS AIRES – El viernes la Embajada de Italia celebró el Día de la República. El evento rápidamente se convirtió en una primicia: por primera vez después de los cambios anunciados por el gobierno argentino, se mostraban en público Guillermo Francos y Nicolás Posse, “el nuevo y el viejo” jefe de gabinete de Javier Milei.
El encuentro, al que también asistió el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, fue una oportunidad para mostrar a la opinión pública que la primera reorganización significativa en el gobierno de Javier Milei había sido “en buenos términos”.
Francos y Posse estaban juntos y hablaban, estaban juntos y sonreían. Ambos estaban, literalmente, en el centro de la escena: el comienzo de las escaleras del salón principal de la embajada, desde donde los funcionarios suelen dar sus discursos y los artistas realizar sus presentaciones.
Las rispideces de las que muchos medios hablaban desde hacía algunas semanas (el rumor de su corrimiento del gabinete había comenzado al menos una semana antes de que la decisión fuera comunicada de manera oficial) parecían no existir.
En diálogo con este diario, Francos no dudó en destacar el trabajo de “Nico”, como eligió llamar a su antecesor, durante su mandato como jefe de gabinete. “Creo que mi gestión va a darle más visibilidad al gobierno, por el perfil que tengo”, afirmó, recordando el trabajo que realizó durante los últimos dos meses con los gobernadores buscando apoyos para la Ley Bases.
Formalmente aún Ministro del Interior -jurará como Jefe de Gabinete esta tarde a las 19:30 en el Salón Blanco de la Casa Rosada-, Francos, de 74 años, es abogado (estudió en la Universidad del Salvador) y posee una amplia carrera política.
El año pasado renunció a su cargo como director Ejecutivo por la Argentina y Haití en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para sumarse a la campaña electoral de Milei y, luego del ballotage en que el libertario fue elegido presidente, fue una de las personas a cargo de la transición de gobierno.
Con el regreso de la democracia, formó parte de la fundación del Partido Federal junto con Francisco Manrique, ex ministro de Bienestar Social durante los gobiernos militares de Roberto Levingston (1970-1971) y Alejandro Lanusse (1971-1973). Fue electo legislador de Buenos Aires en 1985 y en 1989. Fue electo diputado nacional en 1997, esta vez como parte de Acción por la República, fundado por el ex ministro de economía Domingo Cavallo.
En su paso por el sector privado, fue presidente de Aeropuertos Argentina 2000, hasta que en 2007 fue llamado por Daniel Scioli para ser presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires. En esa etapa, afirman, habría conocido a Javier Milei.
Cuando Mauricio Macri asumió la presidencia de la Nación en 2015, Francos volvió a trabajar para el Grupo Eurnekián (que administraba, entre otras empresas, Aeropuertos Argentina 2000). Cuatro años más tarde, fue convocado por Alberto Fernández para el BID.
Francos asume en semanas cruciales para el gobierno que, luego de un mes de debate en comisiones, logró obtener dictamen para la Ley Bases y la Ley sobre Medidas Fiscales Paliativas y Relevantes (también conocido como “paquete fiscal”).
En la Embajada de Italia Francos se mostró optimista sobre la primera: “Va a salir”, sostuvo. El gobierno cree contar con los números necesarios y espera su aprobación la semana que viene (de acuerdo al reglamento del Senado, deben pasar al menos siete días corrido desde la firma del dictamen hasta su tratamiento en el recinto).
Se trata de la segunda oportunidad que tiene la Ley Bases de ser aprobada por el Congreso. Su tratamiento se cayó durante el período de sesiones extraordinarias, cuando la Cámara de Diputados decidió levantar la sesión donde se trataba la aprobación del proyecto en particular y volvió a enviar el proyecto a comisiones.
La ley, que esta vez fue presentada con modificaciones, delega en el presidente Milei facultades extraordinarias durante un año para legislar en materia administrativa, económica, financiera y energética (sobre los que se declara el estado de emergencia), abre la posibilidad de privatizaciones totales o parciales de una serie de empresas públicas (como Aerolíneas Argentinas) e introduce una mayor flexibilidad en el ámbito laboral.
El paquete fiscal incluye la vuelta del pago del impuesto a las ganancias para muchos trabajadores (algo resistido por sectores mayoritarios pero especialmente por aquellos gremios que poseen salarios altos, como el de los aceiteros y el de la bancaria), un Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que busca incentivar las grandes inversiones nacionales y extranjeras “a fin de garantizar la prosperidad del país” -uno de los puntos más criticados, incluso por la oposición dialoguista, sobre todo en lo que respecta a la minería y la energía, ya que no garantiza que las empresas dejen divisas en el país y plantea un régimen desiguald con respecto al de la industria nacional- y cambios en el sistema previsional y el monotributo, además de un blanqueo de capitales.