BUENOS AIRES - Un encuentro entre los líderes del Inca (patronato de la CGIL) internacional y los coordinadores de las oficinas de Argentina y Uruguay para hacer un balance de la situación de la comunidad italiana y cómo proteger mejor los derechos de los ciudadanos ítalo-argentinos.

Tuvo lugar en Buenos Aires y estuvieron presentes, de viaje en Argentina por unos días, el presidente nacional Michele Pagliaro, el coordinador del Exterior Giuseppe Peri, el responsable de la organización Mauro Soldini y la jefa de Itaca (asociación vinculada al Inca dedicada a los migrantes), Valeria Ferrazzo.

"Como patronato, estamos presentes en 26 países de todo el mundo" –dice Michele Pagliaro–. En Buenos Aires encontramos una oficina que funciona muy bien, muy integrada con los demás sindicatos locales, con las instituciones y con la comunidad de nuestros inmigrantes". Una comunidad numerosa, importante, comprometida dentro del mundo del asociacionismo y de la política, en sintonía con Argentina e Italia.

"Desde que asumí el mandato como presidente ya visité 19 sedes del Inca en todo el mundo–continúa Pagliaro–. Tengo que decir que la oficina argentina es la mejor organizada, después de la alemana".

Jornadas intensas que permitieron encuentros e intercambios con los principales sindicatos argentinos, como la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).

"Como patronato, protegemos los derechos individuales –explica Pagliaro–. Nos ocupamos de la fragilidad. Por eso nos preocupa la situación en Italia y, con una magnitud todavía mayor, en Argentina". Familias que no llegan a fin de mes, jubilados que son los nuevos pobres, jóvenes que ven que la única posibilidad que tienen es la de emigrar.

Italia parece ser, de nuevo, un país que produce migrantes (130 mil personas por año abandonan la península). Aunque el destino ya no es América sino Europa: Francia, Alemania, España e, incluso luego del Brexit, Gran Bretaña.

Durante una presentación dirigida a la prensa y a representantes de asociaciones e instituciones italianas se abordaron temas comunes a los dos países: el problema de la representación de las mujeres en las organizaciones y la precariedad laboral.

Acerca del primer punto, “reconocemos un problema generalizado –afirma Pagliaro–. La CGIL, por estatuto, debe estar compuesta por al menos un 40% de mujeres. La cuestión, sin embargo, concierne a los roles dentro del sindicato y en la junta directiva".

Aunque se han conseguido algunos avances. "Fuimos el primer sindicato en tener una Secretaria mujer, Susanna Camusso –dice Pagliaro.– Y la que me precedió a la presidencia del Inca también es mujer". Al igual que la responsable de la oficina de Buenos Aires, María Rosa Arona.

Sobre la precariedad laboral, el mandatario critica el "mito de la flexibilidad" como una presunta palanca de desarrollo para las empresas. "Desde 2014, siempre hemos estado en contra de esta política, independientemente del color del gobierno de turno", dice.

Los hechos le dan la razón. "Hoy tenemos por delante al fenómeno de los working poor, personas que viven por debajo de la línea de pobreza incluso teniendo un trabajo –explica–. La vía de salida debe ser a través del abandono de las políticas neoliberales extremas y de la vuelta del welfare". 

En este momento, Argentina va en dirección opuesta.

"Pero incluso Italia, con diferencias, desde hace más de diez años lleva adelante políticas de austeridad  –concluye Pagliaro–, "en nombre de una Europa que mira más a las finanzas que a los ciudadanos".