BUENOS AIRES – Pablo José Bereciartua, ministro de Infraestructura y Movilidad de la Ciudad de Buenos Aires, fue el protagonista de la “Cena del lunes” del pasado 14 de julio, el tradicional encuentro organizado por el Circolo Italiano que convoca a figuras destacadas de la política, la cultura y la ciencia.
En un ambiente de diálogo abierto, el ministro expuso los proyectos en marcha y los grandes desafíos que enfrenta la capital argentina para los próximos años.
Durante su intervención, Bereciartua destacó el enfoque del PRO —que gobierna la ciudad desde hace más de dos décadas— basado en la planificación a largo plazo, incluso si eso implica postergar resultados inmediatos en términos electorales. “Invertir en una obra esencial que va a estar lista dentro de ocho años significa hacerse cargo de un proyecto que no se va a inaugurar durante tu propia gestión.”
“No va a haber foto de campaña, pero muchas veces son justamente esas obras las que realmente mejoran la calidad de vida de los vecinos”, afirmó, y citó como ejemplo el Sistema Riachuelo, una infraestructura estratégica para el tratamiento de aguas residuales en el área metropolitana.
También hubo un espacio importante para hablar sobre transición ecológica y movilidad sustentable. El ministro presentó los planes para incorporar trolebuses alimentados con fuentes renovables. “A partir del 1 de enero de 2027, todos los colectivos que se incorporen deberán ser eléctricos o a gas. Y el eléctrico, además, es el más silencioso”, explicó.
Una resolución ya firmada prevé la llegada de unos 60 nuevos trolebuses y la conversión de entre 150 y 200 colectivos a sistemas de alimentación sustentable durante los próximos 12 meses.
Bereciartua también anunció que está en marcha la licitación para construir la Línea F del subte, que unirá el centro con el sur de la ciudad: “Son procesos largos. Una licitación bien hecha lleva al menos un año, si se hace con seriedad.”
En 2026, además, comenzarán a funcionar dos líneas de Trambus —trolebuses con carriles exclusivos— que cruzarán la ciudad de norte a sur, conectando terminales ferroviarias, estaciones de subte y nodos de colectivos. “Una red que va a aliviar el tránsito en el centro y que va a ofrecer más opciones de movilidad para trayectos largos, complementaria de la red tradicional de colectivos, que cubre recorridos más capilares”, subrayó.
La línea T1 saldrá desde Belgrano y atravesará Villa Urquiza, Agronomía, Villa del Parque, Bajo Flores hasta Pompeya, donde se cruzará con la T2. Esta última pasará por Boedo, Almagro, los parques Rivadavia y Centenario, Villa Crespo, y seguirá por Palermo hasta llegar al Aeroparque Jorge Newbery.

Se mostró el mapa del recorrido proyectado para estos nuevos medios de transporte que llegarán el próximo año.
Para enfrentar el problema del tránsito y la falta de estacionamiento, el ministro resaltó la necesidad de promover la construcción de edificios con cocheras, mejorar la red de transporte público e incentivar un uso más eficiente de los medios colectivos. Entre las alternativas que propuso, mencionó la posibilidad de ofrecer a empresas paquetes de boletos para sus empleados (servicio B2B).
El discurso abordó luego una cuestión central: la capacidad de inversión en infraestructura de la Ciudad de Buenos Aires en un contexto de fuerte recorte del gasto público nacional.
Bereciartua recordó que el gobierno nacional suspendió los fondos para obras públicas y que aún no transfirió a la Ciudad la parte que le corresponde por coparticipación. “El pasivo acumulado por la falta de transferencia supera con facilidad los millones de dólares... imaginen lo que se podría hacer en Buenos Aires si simplemente se pagara esa deuda”, advirtió.
En ese marco, reivindicó la diferencia estructural entre la gestión del PRO en la ciudad frente a la provincia de Buenos Aires y el gobierno nacional. “Si en la capital venimos mejorando desde hace veinte años, en el conurbano venimos empeorando desde hace el mismo tiempo”, afirmó.
No ocultó su preocupación por la recesión económica: “En la ciudad hay una caída del 20% en la recaudación bruta y un derrumbe alarmante del consumo, lo que va a dificultar una baja de impuestos en una economía que se está frenando”.
A pesar de estas dificultades, Bereciartua destacó que la ciudad está avanzando en una transformación profunda de su entramado urbano. “Hay muchas iniciativas en marcha que apuntan a imaginar una ciudad distinta, con un nuevo sistema de movilidad y nuevos polos de desarrollo. La idea es que incluso los barrios más periféricos, muchos de ellos extraordinarios, recuperen vitalidad y crezcan”, dijo.
En ese contexto se inscribe el proyecto Avenidas Porteñas, un plan para revalorizar las principales arterias de la ciudad. Citando a Georges-Eugène Haussmann, el urbanista parisino del siglo XIX, Bereciartua recordó que “la ciudad son sus grandes avenidas”. La Ciudad de Buenos Aires —agregó— tiene una red extraordinaria de avenidas, incluso fuera del centro, que pueden volver a ser motores de desarrollo urbano.