FILETTO (CHIETI) – Hoy vive entre Filetto (Chieti), en Abruzzo -ciudad de origen de su familia- y Resistencia, en Chaco, donde nació.
“Filetto es mi casa italiana –afirma Mempo Giardinelli, escritor y periodista–. Mis familiares ya no están allí, pero sí muchos amigos”.
Y es de Filetto de donde parten los protagonistas de Santo Oficio de la memoria (editado por Edhasa en Argentina y publicado en Italia por Elliot con el título Sant'Uffizio della Memoria ), ganador en 1993 del premio Rómulo Gallegos, el máximo reconocimiento literario latinoamericano. La saga antiheroica de una familia de Abruzzo que busca fortuna en la Argentina de finales del siglo XIX.
“Santo Oficio de la memoria es una novela, una obra de ficción, no una autobiografía –subraya–. Pero está inspirado en historias que se contaban en casa y es el resultado de mucha investigación”.
Se trata de una novela polifónica, donde la historia de la familia es relatada por diferentes personajes y puntos de vista (“Por eso intenté, también a nivel estilístico, diferenciar las voces”, explica el autor). Personajes vivos y muertos que ayudan a reconstruir historias de amor, pasiones, rivalidades, gestos innobles, como siempre ocurre en las familias.

La portada de la novela.
Los antepasados de Mempo llegaron a la Argentina en 1880. “Eran muy pobres –continúa el escritor. Se establecieron primero en la zona de Ramos Mejía, en la provincia de Buenos Aires, luego en el Chaco”.
El primero en visitar esta provincia, por entonces caracterizada por una naturaleza salvaje e inhóspita, fue el padre de Giardinelli. “Mis abuelos lo habían enviado a bordo de la flota fluvial como marinero para tener una boca menos que alimentar en casa, eran diez hermanos”.
El barco se avería en Corrientes y se detiene unos días para ser reparado. “Para pasar el tiempo, papá cruzó el Paraná, que separa Corrientes del Chaco –explica–. Vio la posibilidad de mejorar su situación, porque no faltaba trabajo, mandó buscar a mamá y se instalaron acá, donde estoy yo”.
Nostalgia y doble sentido de pertenencia: en este tipo de entorno crece y se desarrolla el joven Mempo, que nació como Oscar Alfredo Ramón. “Mempo era mi apodo en el club secreto que fundé en la escuela con mis compañeros”, revela.
Luego llega el encuentro con el peronismo y la creencia de poder construir un mundo mejor (“yo mismo pude estudiar gracias a la universidad pública argentina”), que le valió el exilio en México, de 1976 a 1984, en los años de la sangrienta dictadura militar en Argentina.

La portada de la edición italiana.
“Mi abuela era una mujer culta, muy aficionada a la lectura, a pesar de su pobreza –dice el escritor–. Era la clásica nonna italiana”. Gracias a ella, las mujeres de la familia de Mempo siempre fueron grandes lectoras. “Desde que tengo memoria he visto mujeres que leen, como mi madre y mi hermana mayor –continúa–. En la familia se leía mucho y de todo, empezando por los periódicos que llegaban de Italia, a veces con meses de retraso”.
Entre sus autores favoritos están Gabriele D'Annunzio, su compatriota de Abruzzo, Alberto Moravia, Primo Levi y Luis Sepúlveda. Y un paso por encima de todos, Dante Alighieri. “Leí La divina comedia varias veces”, revela.
Los libros de Giardinelli se traducen en todo el mundo. Mempo también fue docente y en 1996 creó, en Resistencia (Chaco), una fundación que lleva su nombre, dedicada al fomento de la lectura. Aquello que las mujeres de su familia hacían de manera informal contribuyó a que se convirtiera en escritor.