BUENOS AIRES – Fue un encuentro con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre).
Para decirnos que -si el femicidio es la manifestación más extrema- el acoso, la discriminación, los pequeños o grandes abusos están muy extendidos incluso en los entornos más insospechados, como aquellos vinculados a la industria musical.
De eso hablaron cantantes, músicas, productoras, periodistas y profesionales vinculadas al mundo de la música, reunidas en el escenario del teatro Coliseo para compartir experiencias y hacer un balance.
No es casualidad que el evento se titule “Música y mujeres”.
Fue organizado por el propio Coliseo, el Consulado General de Italia, la división argentina de Onu Mujeres y Aadet (la asociación de empresas que operan en el campo del teatro en vivo y espectáculos musicales).
El cónsul Carmelo Barbera tomó la palabra para reiterar el compromiso de Italia con la campaña de la ONU Orange the World contra la violencia de género.
Sebastián Blutrach, presidente de Aadet, saludó desde el público.
Desde aquel momento en adelante, las mujeres fueron las protagonistas de la jornada.
Elisabetta Riva, directora general y artística del Coliseo, forma parte de la comisión de género de Aadet, la primera asociación gremial que firmó, en 2018, un protocolo contra la violencia de género y la violencia en el trabajo.
“Hay mujeres en nuestro sector –explicó Riva– pero su presencia es escasa entre los propietarios de las empresas”. Son el 30 por ciento si tomamos en consideración sólo la música, y se elevan al 40 por ciento en la combinación de música y teatro.
“Hay roles típicamente femeninos en la administración, la comunicación, la producción… –insiste Riva–. Pero los roles importantes casi siempre los desempeñan los hombres. También pedimos un cambio de paradigma en la estructura de poder". De lo contrario, las mujeres en la cima siempre se verán obligadas a camuflarse, a "disfrazarse de machos", a "portarse como hombres".
Celsa Mel Gowland, arreglista y cantante que actuó junto a Alberto Spinetta, Fito Páez y Soda Stereo, fue también la primera vicepresidenta del Instituto Nacional de Música, organismo público que promueve este arte.
“No negamos –afirmó– que la ley de cuotas femeninas, que exige al menos un 30 por ciento de mujeres en las comisiones de gestión, nos permitió iniciar un cambio. Pero las leyes también deben estar bien reguladas y aplicadas".
A veces el problema ni siquiera es la discriminación en el acceso a los altos cargos, sino que está detrás. En la falta de presencia de mujeres -en cualquier nivel- en determinados sectores.
Por ejemplo, en Capte (la asociación gremial de empresas que prestan servicios de luz y sonido), sólo hay dos mujeres empresarias.
Una de ellas es Magali Acha, escenógrafa de formación, que experimentó de primera mano ser una outsider.
“Es extraño ver a una mujer en una escalera poniendo una luz –observa–. Muchas veces te confunden con una secretaria y te piden que hables 'con alguien que sabe', o sea, un hombre”. Si a esto le sumamos la condición de madre soltera, que Magali comparte con muchas mujeres, las dificultades se multiplican.
Las cosas no están mejor en el mundo de la comunicación, como lo demostró Marcela Núñez, secretaria de la asociación gremial de profesionales de gabinetes de prensa.
“En este sector las mujeres son mayoría –dijo– pero a menudo se piensa que ocupamos este puesto para ser 'amigas'. Además, estamos en desventaja en comparación con nuestros colegas varones, que juegan al fútbol con los periodistas y logran establecer mejores relaciones".
No faltaron los intervalos musicales, también a cargo de mujeres, con las actuaciones de artistas como Miss Bolivia, la muy aplaudida Teresa Parodi y la italiana Tosca, en Buenos Aires para un concierto.
La intensa actuación de Teresa Parodi (foto de F. Capelli).
“Las mujeres a menudo están presentes en el mundo del espectáculo como 'adornos' y no como parte integrante de un sistema –afirmó Tosca–. Muchos creen que debemos invertir en nuestro cuerpo, adquiriendo a menudo una apariencia que ni siquiera se corresponde con nuestra edad. En cambio, debemos apuntar al intelecto. No significa que tengamos que 'ser feas', sino sólo que no nos ponemos a disposición del sistema".