BUENOS AIRES – Estudian las "palabras de la migración contemporánea", es decir, los temas, discursos y experiencias presentes en las obras de escritores argentinos que emigraron -por distintas razones y en diferentes momentos- a Italia.

Son Laura Mariateresa Durante (Universidad de Nápoles Federico II) e Ilaria Magnani (Universidad de Cassino y Sur Lacio), actualmente en Argentina para participar de la 14ª edición de las Jornadas Consorcio Interuniversitario Italiano para Argentina (CUIA), que comenzaron el 23 de abril y finalizarán el 14 de mayo en Buenos Aires y otras ciudades del país.

CUIA, nacida en 2002 como un proyecto para la internacionalización del sistema universitario italiano, apoya proyectos de investigación bilaterales y promueve la movilidad de estudiantes y profesores en ambas direcciones.

“En nuestro caso –dice Durante– trabajamos con la Universidad de Quilmes, en particular con Martha Ruffini, María Eugenia Cruset y Manuel Eiras”.

Durante y Magnani intentaron encuestar a los escritores inmigrantes de Argentina a Italia y a los inmigrantes "que escriben", es decir, personas que abordan esta práctica desde el punto de vista de las memorias o de la escritura terapéutica, sin pretender entrar a formar parte de la industria editorial.

El análisis hace foco en la relación con la lengua y la identidad, las diferencias entre los autores de la primera y segunda generación de inmigrantes, los temas comunes, las diferencias entre migración y exilio.

Durante continúa: “Yo, en particular, analizo textos de las autoras que participan en el concurso Lingua Madre de la Feria del Libro de Turín, que se repite desde 2006”. Mujeres de varios países, que emigraron a Italia, que hablan de su experiencia en Italia.

“Algunas luego continúan escribiendo y del relato publicado en una antología terminan en una novela, quizás ya no tan ligada a la experiencia migratoria y a la autobiografía –explica Durante–. Para otras es una experiencia terminada”.

Entre los escritores profesionales que emigraron a Italia desde Argentina hay nombres como el de Adrián Bravi (candidato al Premio Strega 2024, con Adelaida, publicada por Nutrimenti), Mempo Giardinelli, un chaqueño que hoy vive entre su provincia natal y los Abruzos de sus antepasados, contado en Santo oficio de la memoria (Edhasa, traducido a Italia por Elliot), Miguel Angel García (periodista y escritor, fallecido el año pasado, publicó en Italia la colección Il maestro di tango e altri racconti (El maestro de tango y otros cuentos), con una pequeña editorial de Bolonia, Eks&Tra), Sandra Ammendola (autora de un libro infantil bilingüe publicado por Sinnos, Lei che sono io), Betina Lilian Prenz, escritora (Morte con lode para Baldini & Castoldi) y traductora de las novelas de su padre.

“Este último, Juan Octavio Prenz, fue un personaje realmente interesante”, afirma Ilaria Magnani.

De origen istriano, creció cerca de La Plata y se mudó en los años sesenta a la tierra de su familia, que en ese entonces se había convertido en Yugoslavia, y dio clases en la Universidad de Belgrado. Luego de regresar a Argentina tuvo que irse nuevamente, en 1975, debido a la situación política. Luego de unos años en Belgrado, se instaló en Trieste, donde permaneció hasta su muerte en 2019.

Prenz fue poeta y novelista, crítico y traductor. Claudio Magris lo definió como “un centroeuropeo argentino”.

“En sus libros el tema de la migración, o más bien el exilio, se entrelaza con el de la dictadura”, dice Magnani. Su producción es íntegramente en español, traducida por su hija.

“A diferencia de otros autores inmigrantes, cuyas obras reflejan un sentimiento de desarraigo y nostalgia –añade Magnani–. Prenz tiene una visión optimista y proactiva y sostiene que lo adquirido supera las pérdidas”. En su libro Solo gli alberi hanno radici (Solo los árboles tienen raíces, La nave de Teseo) deconstruye la narrativa del desarraigo y sostiene que migrar no significa perder raíces, sino tener alas. Para volar alto.