BERNARDO QUIROGA (MENDOZA) – En el Slow Wine de febrero, la feria de vinos naturales de Bolonia -una de las más importantes del sector vitivinícola sustentable y biodinámico- un productor dejó a los visitantes probar sus vinos argentinos con nombre italiano.

Libarna Amabile Rosso, Libarna Arancione ... los términos tienen algo de familiar, pero también de exótico, como quien los atendió. Humberto Persano es un argentino con nombre italiano, como los vinos que produce.

La cultura gastronómica y vitivinícola de Argentina nació de la fusión entre las tradiciones locales y las de los inmigrantes que llegaron de Europa, que en muchos casos eran agricultores. Como el abuelo de Humberto, Luigi Persano, un piamontés que elaboraba vino para consumo personal. Algo que hoy llamarìamos como una producción casera. 

La tradición vinícola europea también se construyó sobre una especie de ensamble de diferentes tradiciones. En el Piamonte, por ejemplo, las variedades de uva típicas son en realidad autóctonas de los territorios franceses adyacentes.

Fueron los sacerdotes franceses los que introdujeron estas variedades durante la incursión de los ejércitos de Napoleón en el norte de Italia. No en vano el abuelo de Humberto empezó a elaborar vino cuando trabajaba para un sacerdote de Malvino, un pequeño pueblo de la provincia de Alessandria, quien le permitía producirlo en la rectoría y llevárselo a casa como parte del pago.

Toda esta información fue obtenida por Humberto a través de un complejo trabajo de investigación bibliográfica e investigación histórica, para descubrir cómo aquellas uvas traídas por su abuelo a la Argentina habían llegado, incluso antes, desde Francia a Italia.

“Mi abuelo me enseñó a hacer vino desde niño, sin dar pensar que yo luego me dedicaría a este oficio, simplemente le ayudaba a prensar la uva con el trapiche, a embotellar… Todo eso quedó en mi memoria, pero no "No fue una transmisión directa de la obra, sino más bien una búsqueda a posteriori en mis recuerdos", explica.

De hecho, para Humberto la vocación de enólogo no llegó de inmediato: durante veinte años se dedicó exclusivamente a su profesión de psiquiatra.

Recién después de la grave crisis económica de 2001 en Argentina decidió, junto a su esposa Claudia, crear un proyecto alternativo, dedicado al cuidado de la tierra.

Comenzaron con un viñedo muy pequeño y, aunque su abuelo y sus padres ya no estaba con él, su curiosidad se vio estimulada por las variedades de las que les habían oído hablar. Fue allí cuando comenzaron a investigar sobre su historia familiar.

“Y ahí encontré mis raíces”, dice Humberto, que tuvo que seguir los pasos de su abuelo que su abuelo había dado décadas atrás para encontrar las vides que había traído de Italia.

“Con Claudia entendimos que ya no queríamos mirar al Norte, desde afuera, como un modelo impecable a seguir, sino mirar de un modo más introspectivo nuestra historia familiar, cuidando la tierra que nos pertenece y que habitamos acá, en el Sur del mundo, sin olvidar que nuestros antepasados ​​llegaron desde Europa".

Hoy Humberto lleva adelante el viñedo Finca Las Glicinas, en Bernardo Quiroga (Mendoza) junto a sus hijos Lara, Franco y Bruno. Allí producen diversas etiquetas, como Libarna, dedicada al padre de Humberto, Angelo Persano, que de niño jugaba entre las ruinas de la antigua ciudad Ciudad romana de Libarna, en el municipio de Serravalle (Alessandria), en Piamonte.

Los vinos Libarna presentados en Bolonia fueron un gran éxito. “Les gustó mucho el semillón, que en Europa es difícil encontrar puro –cuenta con satisfacción–. El vino Naranjo fue una sorpresa para el público italiano, toda una novedad que tuvo una excelente aceptación.

Evidentemente muchos de los visitantes a la feria pidieron de inmediato probar el famoso Malbec argentino, ahora apreciado en todo el mundo.

Excelentes comentarios también para el rosado, que sorprendió por su estructura compleja, similar a la de un vino tinto. Gran éxito, pues, para el vino Malbec y Barbera, con el que, sin embargo, Humberto encontró algunos obstáculos semánticos. 

Los primeros malentendidos surgieron con el término “Barbera d'Asti” con el que describía las uvas de las vides nacidas del esqueje que trajo su abuelo. La denominación de origen confundió al público de la feria boloñesa, que inicialmente pensó que se trataba de una uva cosechada en Italia y procesada en Argentina.

“Con Rosso Amabile tuve otro problema semántico –dice Humberto–. Muchos pensaron que era un vino dulce”. En realidad, el Rosso Amabile de Libarna es de color rojo claro, y el problema de comunicación fue inmediatamente informado a Lara para que pudiera intervenir y aclarar la apariencia del producto.

Lara Persano es hija de Humberto, responsable de comunicación y marketing del sello Libarna, y creador de la línea de vermú Alfonsina.

Como el vermú también es de origen piamontés, Humberto siempre se ha interesado por su producción. En 2020, buscando nuevas posibilidades de crecimiento en el complejo contexto de la pandemia, Lara continuó el proyecto, concretándolo a través del nacimiento del sello Alfonsina, que conquistó al público joven de Buenos Aires.

“La transmisión de hoy es directa y puedo mostrarles a mis hijos cómo hacer un vino, cómo cosechar la uva, cómo buscar los perfiles aromáticos en el coupage”, concluye orgulloso Humberto.