BUENOS AIRES - En el mundo editorial, Niño Editor se distingue por recuperar autores italianos del pasado. La casa editora ha publicado libros de Gian Berto Vanni, Bruno Munari y Gianni Rodari traducidos al español, contribuyendo así a revitalizar la literatura infantil con libros únicos que estimulan la creatividad.

“Si bien mis bisabuelos eran genoveses, mi vínculo con Italia tiene que ver con el patrimonio intelectual”, explica Pablo Curti, propietario de la pequeña editorial. “Mi familia siempre eligió a ese país como destino de viajes porque sentimos afinidad con la cultura y hoy, a través de la edición, estoy vinculado a la literatura italiana”.

El proyecto surgió a partir de un libro que Pablo había adquirido muchos años antes en el museo MoMA de Nueva York y que marcó el inicio de su aventura editorial.

Se trataba de Love, del artista Gian Berto Vanni, publicado originalmente en 1964 como un proyecto de tesis sobre la teoría del color. “Estaba guardado en nuestra biblioteca como un tesoro, habíamos quedado fascinados por el enfoque de Vanni sobre la materialidad del papel, que juega con recortes y vislumbres para darle vida a la historia”.

En 2014, mientras trabajaba en la creación de contenidos digitales en el área de comunicación institucional, sintió la necesidad de iniciar un proyecto creativo en paralelo a su trabajo diario. 

“El libro de Vanni me inspiró y decidí crear una versión digital de ese juego de agujeros y ventanas”, recuerda Pablo. “Finalmente logré contactar con Gian Berto y lo conocí en su taller de Nueva York. Era una persona increíble, de mente abierta y con ganas de embarcarse en nuevas aventuras. Inmediatamente se entusiasmó con el proyecto”.

En 2015 presentaron juntos el proyecto en la Feria del Libro Infantil de Bolonia, donde obtuvo el primer premio en la categoría ‘libros interactivos’. “Aquella experiencia me abrió las puertas al mundo de la edición”, afirma Pablo, que a partir de ese momento decidió dedicarse a la publicación de libros infantiles.

“Así fue como nació Niño Editor, mi editorial especializada en sacar a la luz obras olvidadas pero aún relevantes de autores ‘pasados de moda’, que todavía tienen mucho que enseñar, tanto a adultos como a niños –explica–. No seguimos tendencias, ni en los autores ni en el estilo de las ilustraciones; somos una editorial de nicho que publica libros muy especiales”.

Luego de publicar Amore de Vanni, el primer libro del catálogo de Niño Editor, era natural pasar a los libros de Bruno Munari. “Definitivamente fue una inspiración para Vanni, quien era extremadamente influyente en ese momento. Su nombre aparecía a menudo cuando hablábamos”.

La colección de nueve volúmenes fue presentada con una exposición en Córdoba en colaboración con el Instituto Italiano de Cultura.

Munari, arquitecto, diseñador y teórico de la creatividad, trabajó en diversas disciplinas. Su legado en el universo creativo todavía se observa en el trabajo de artistas y diseñadores contemporáneos. Experimentó en varias ocasiones con el libro-objeto. Quizás el ejemplo más controvertido sea la serie sin texto Libros ilegibles'. “Para él, el factor lúdico era fundamental para la creatividad. Esta particular sensibilidad ha dado resultados maravillosos en los libros infantiles", explica Pablo. “Rodari y Munari son autores que resisten el paso del tiempo, con obras que siguen vigentes hoy en día. Los niños se divierten mucho con sus libros”.

Pack de Niño Editor con tres libros ilustrados, cartoné, del genial Gianni Rodari, para lectores a partir de los 2 años.

También Rodari fue una elección obvia para Pablo, quien seleccionó la colección Cuando los gatos vuelan ilustrada por Andrea Antironi, ganador del Premio Internacional de Ilustración de la Feria del Libro Infantil de Bolonia.

Los libros de Rodari y Munari son los más vendidos en su catálogo, que también está disponible en Chile y España. "Su enfoque pedagógico, que nunca subestima a los niños, ha sido revolucionario", explica Pablo. "En particular, Rodari es muy valorado por el mundo académico argentino".

Otro aspecto común entre ambos autores es su particular sentido del humor. "Mantener la ironía de sus textos fue la parte más compleja en el proceso de traducción, considerando el ritmo de la poesía, los juegos de palabras y las rimas, sin perder el sentido de los modismos". Como cuenta Pablo, la intervención del editor es fundamental para tomar decisiones, como mantener los nombres de las ciudades italianas en el libro El vendedor de animales de Munari.

"Estamos muy comprometidos en construir y mantener la confianza de las editoriales italianas que nos otorgan los derechos", declara Pablo, satisfecho con el trabajo realizado hasta ahora, pero con nuevos proyectos en el horizonte, como la publicación de Le macchine de Munari, una exposición sobre Munari en Buenos Aires y la apertura de una librería con bar y vivero en Villa Ortuzar.