BUENOS AIRES - Un pequeño corazón italiano late en el barrio de Belgrano.
Es "Lo de Marisa", la librería de Marisa Fernández, que con la paciencia y la tenacidad de un sabueso busca clásicos y novedades para llenar un contenedor con destino al puerto de Buenos Aires una vez al año.
Marisa, como muchos otros pequeños emprendedores que tienen que importar mercaderías, a menudo se ve obligada a luchar contra un sistema con reglas engorrosas, que cambian constantemente y que hacen que cualquier trabajo de planificación sea muy difícil.
Todo empezó hace unos años, casi por casualidad.
Sus hijos asistían al colegio italiano Cristoforo Colombo cuando, como cada año, ella y los demás padres se encontraron luchando como pudieron debido a los retrasos en la librería a la solían acudir para comprar textos escolares, porque la aduana no permitía retirar los libros encargados.
“Organicé una especie de feria entre padres, donde quien tenía un texto, recuperado del año anterior, lo vendía o lo cambiaba por otro –dice riendo–. Salió tan bien que pensé que podría hacer un verdadero trabajo con eso".
Hasta el año pasado utilizó el living de su casa como showroom, hasta que encontró un acogedor y luminoso PH en Belgrano (Montañeses 2509) y decidió alquilarlo.
Banderas tricolores, muebles que recuerdan a las cocinas de las abuelas, un café que nunca falta, estantes que permiten exhibir volúmenes de frente y no solo el dorso. Como debería ser cuando se trata de libros para niños.
Marisa se especializó en el sector escolar y juvenil: los libros de texto usados por las escuelas, los cursos de italiano más utilizados en Argentina, especialmente de la red Dante Alighieri, libros ilustrados de Nicoletta Costa, Gianni Rodari y otros autores, algunos clásicos de la literatura italiana.
“Para los padres, saber que mis hijos son estudiantes de Colombo es una fuente de confianza –afirma–. Saben que puedo orientarlos. Si pueden utilizar la edición anterior de un libro de su hermano mayor, soy la primera en desaconsejar su compra". Porque entre los impuestos aduaneros, la inflación y la debilidad del peso, el gasto en libros de texto para una familia con dos hijos puede volverse enorme.
“Empecé en 2017 con 20 cajas, ahora son más de 200”, dice ella misma, casi incrédula ante el crecimiento de su facturación, a pesar de la crisis económica de los últimos años. Y podría crecer más.
“Lamentablemente estamos sujetos a limitaciones de importación desde hace mucho tiempo –afirma–. Ahora podemos importar sin límites, ¡pero no podemos pagarlo! Parece increíble, pero no se nos permite hacer pagos al exterior por más de 50 mil dólares al año". Además, dividido en cuatro cuotas, con 30, 60, 90 y 120 días de distancia.
“Se pueden imaginar la dificultad que supone explicar la situación a los proveedores… –añade con una risa amarga–. Si importamos por una cantidad ligeramente superior, podemos pagar con fondos personales". Y luego hacer acrobacias para que las cuentas den bien y no encontrarse en situaciones irregulares.
Sin embargo, Marisa no se queja. “Si pienso en lo que hice durante los últimos años me siento orgullosa –afirma con los ojos nuevamente iluminados–. Ahora también me ayudan mi hijo y su novia y estamos en las redes sociales. La idea de crear el sitio web y una página de Instagram fue de ellos".