LULES (TUCUMÁN) – ¡Te estamos buscando! El anuncio aparece sugerente en la página de Instagram de la Asociación Italo-Argentina de Lules, un pequeño centro agrícola a 20 kilómetros de Tucumán, cuyo santo patrón es San Isidro Labrador, protector -no por casualidad- de los agricultores.

La ciudad nació en 1851, fundada por un sacerdote criollo, Zoilo Domínguez. Pero ya a principios del siglo XX se convirtió en destino de inmigrantes, con oleadas que culminaron en 1919-20, luego de la Primera Guerra Mundial. Encontraron trabajo cultivando caña de azúcar.

El establecimiento más importante, el ingenio La Reducción (como se llamaba a las misiones jesuíticas), acogió al escritor Edmondo De Amicis que buscaba inspiración para escribir De los Apeninos a los Andes .

“Había inmigrantes españoles y árabes, pero el 88% de ellos eran italianos”, afirma Claudia Veneziano, presidenta de la Asociación Italo-Argentina de Lules. La mayoría de las familias procedían de la ciudad siciliana de Floridia (Siracusa) y de algunas otras ciudades de la zona de Siracusa, como Solarino.

Fueron los sicilianos quienes enseñaron sobre la rotación de la tierra y la diversificación de los cultivos, introduciendo, por ejemplo, los limones, de los cuales Tucumán sigue siendo hoy el principal productor de Argentina, gracias a su clima cálido y húmedo. Un artículo de 1910 de un diario local menciona la innovación agrícola aportada por los italianos.

La Asociación Italo-Argentina nació en 2019. “A diferencia de otras instituciones de la comunidad italiana, todos somos jóvenes, menores de 45 años –explica Claudia–. En su mayoría nietos de inmigrantes. Por eso quisimos definirnos como ítalo-argentinos, para subrayar esta doble identidad. Al principio éramos tres personas y ahora tenemos 80 miembros”.

El primer problema a abordar fue buscar formas de atraer a los jóvenes, o mejor dicho, a chicas y chicos.

“Por eso se creó una subcomisión de juventud, que todavía no tiene voto, pero sí voz –afirma Claudia–. Es una especie de entrenamiento para cuando se incorporen a la junta directiva”.

De izquierda a derecha, Francesca, Claudia y Magalí Veneziano. 

La más joven del grupo es Magalí Veneziano, que tiene apenas 16 años y asiste a la escuela secundaria.

A diferencia de lo que ocurrió con la mayoría de asociaciones, la pandemia fue un trampolín, precisamente en virtud de la presencia de jóvenes, mucho más hábiles y hábiles con las redes sociales y el mundo virtual.

“Organizamos muchas iniciativas online y logramos generar importantes conexiones –dice Francesca Veneziano, sobrina de Claudia y miembro de las subcomisiones juveniles–. Gestionamos Instagram. Las redes sociales nos han dado visibilidad”.

Tanto es así que fue precisamente a través de Instagram que lanzaron un “llamado” para convocar a jóvenes ítalo-argentinos (o simplemente personas que amen Italia) de la zona a participar de las actividades con sus propuestas.

“Aunque hayamos nacido acá nos sentimos italianos –afirma Francesca, que estudia psicología, tiene 19 años y forma parte de la asociación desde los 15, como “miembro-cadete”–. Nos conmueven más los acontecimientos del país que los italianos nativos y queremos mantener vivas nuestras raíces”.

Fernanda Zacame, de 26 años, licenciada en Bioquímica, es otra integrante de la subcomisión de jóvenes. “Tengo suerte porque mis abuelos todavía están vivos  dice–. Ambos nacieron en Italia y llegaron aquí con cinco y seis años. Crecí con sus historias y su dialecto. Mi abuelo todavía recuerda el embarque, el dolor de tener que despedirse de su abuela, que se quedó en Sicilia”.

La Vespa, símbolo del Made in Italy y de la cultura juvenil.

Francesca, sin embargo, no pudo conocer a su abuelo italiano, que llegó a la Argentina cuando tenía cinco años. “Pero recuerdo a mi abuela, hija de inmigrantes, que me contaba anécdotas familiares para hacerme comer –cuenta–. Para mí eran historias maravillosas”.

Fue así como Francesca creció rodeada de comida e historias italianas. “Y cuando en 2018 mi familia me ofreció elegir entre un viaje a Disney o uno a Italia, no tuve dudas –declara–. Conocí a mis familiares, me sentí como en casa. Y ahora les digo a los jóvenes como yo que ellos también pueden recuperar un pedazo de su historia”.

Fernanda habla de su abuelo, orgullosa de verla involucrada en la comunidad. “Escuchamos música italiana juntos, me siento italiana desde siempre –explica–. Estaba buscando un lugar para expresarme y lo encontré”.

El anuncio destinado a los jóvenes en la página de Instagram de la asociación.

En 2023 la subcomisión organizó el primer encuentro de jóvenes de las colectividades de Tucumán, que incluyó un trekking para conocer la zona. Fue un éxito.

“Los jóvenes somos el futuro, pero también somos el presente –afirma Francesca–. Por eso queremos tener un lugar y un rol hoy”.