MAR DEL PLATA - La historia del Centro Abruzzese de Mar del Plata comienza a partir de una “familia extendida”.

Abruzzo y Molise, hasta 1963, eran una sola región. Y los inmigrantes procedentes de aquellas tierras habían mantenido la costumbre de reunirse incluso después de la separación administrativa creada por el Estado italiano.

“Los fundadores eran casi todos 'parejas mixtas' –afirma Maxi Manzo, que forma parte de la actual junta directiva del Centro Abruzzese–. Mi abuela Dora era una verdadera abruza, sus dos abuelos eran de Molise. Pero uno de ellos estuvo entre los fundadores, aquí en Mar del Plata, primero del Centro Abruzzese, luego de la Unión Molisana. Es fácil entender las estrechas relaciones de amistad y parentesco entre las dos comunidades".

Los fundadores compraron un terreno en un descampado, sobre la Ruta 88, cerca del autódromo.

“Era un terreno selvático, lleno de matorrales –continúa Maxi–. Los fines de semana todos se ponían a trabajar en la construcción de la sede".

Primero el salón, luego el quincho para los asados, una cancha de bochas y una cancha de fútbol. “Donde los jóvenes de la época organizaban un torneo de fútbol llamado Copa de Italia –relata Manzo–. Se había convertido en el punto de encuentro de la comunidad italiana, no sólo de Abruzzo, fuera del puerto".

Con el tiempo, las actividades se multiplicaron. “Los clásicos almuerzos, con pasta o asado en horarios alternos, para combinar la tradición culinaria italiana y argentina –dice Maxi–. El grupo de danza, para mantener viva la tradición del saltarello y otras danzas tradicionales". Y un coro, fundado en 1988, que desde hace tiempo es un referente a nivel nacional.

“El director era Santiago Motta, una persona muy culta que sabía 'sacar la voz' de la gente común –recuerda Maxi–. Por ejemplo, de mi abuela y mi tía, que nunca habían estudiado música, pero estaban acostumbradas a cantar mientras trabajaban". El repertorio estaba formado por canciones dialectales e italianas, como Va pensiero de Verdi.

Maxi Manzo es descendiente de abruzeses y molisanos.

En los últimos años la vida asociativa fue cambiando de la mano del las generaciones. “A los jóvenes nos interesa más seguir proyectos y eventos especiales –explica Maxi–. Yo mismo vivo actualmente en Italia, con la tarea de acortar las distancias entre los dos países."

¿Una posible misión? “Por supuesto que sí –afirma Manzo con seguridad–. Tenemos mucho en común". Pero también algunas diferencias.

"En Italia hay más organización pero menos confianza –subraya–. Nadie delega nada, excepto tareas de poca importancia. Para hacer cualquier cosa se necesitan mil autorizaciones. En este sentido, la informalidad argentina es más productiva".

Con este espíritu de intercambio nació el hermanamiento con Tornareccio (Chieti), de donde provienen la mayoría de las familias abruzas de Mar del Plata. “Mi abuela Dora también vino de allí –dice Maxi– y siempre nos transmitió su amor por esa tierra y por Italia en general”.

Maxi, promotor cultural, está en Italia para abordar el turismo de raíces. “El objetivo –precisa– es crear una oferta estable de servicios en Italia dirigida a los turistas, argentinos y no, que no quieren limitarse a seguir los itinerarios clásicos, pero quieren ver la casa del noveno y no saber llegar”.