BUENOS AIRES – No se puede pensar en Italia sin hacer referencias al arte. El país siempre se distinguió en las disciplinas creativas, realizando grandes aportes a la pintura, la arquitectura, el diseño, la música y el cine.
Este gran patrimonio cultural dio dado lugar también a una rica tradición de estudios sobre la historia del arte y a importantes nombres de la crítica como Giulio Carlo Argan, Federico Zeri, Gillo Dorfles, Flavio Caroli y Vittorio Sgarbi.
Por eso no es casual la historiadora del arte y productora Gisela Asmundo siempre haya sentido que su conexión con el tema era intrínseca a sus orígenes italianos.
Además de coleccionista y promotora de arte contemporáneo, dirige el sitio web El ojo del arte y el programa del mismo nombre que se transmite por Radio Metro.
Su bisabuelo paterno, Michele Asmundo, fue un pastor evangélico de la provincia de Potenza que emigró a Argentina después de la Primera Guerra Mundial junto con su esposa y su hijo Miguel Ángel, que aún era un niño.
Una familia humilde pero con un apellido rico en historia. Los Asmundo fueron una influyente familia siciliana de orígenes muy antiguos, ligada también a la familia pisana Sismondi, mencionada por Dante Alighieri en la Divina Comedia.
Por parte materna, en cambio, fue el abuelo Giuseppe Capolaro el que emigró de Nápoles hacia Argentina. Se radicó en Buenos Aires donde nació la madre de Gisela, Marta Capolaro, y encontró trabajo en la industria textil.
La figura de este abuelo tuvo una gran influencia en Gisela, quien aún recuerda cómo a Giuseppe se le llenaban los ojos de lágrimas cuando recordaba su infancia humilde. Fue por él que decidió obtener la ciudadanía italiana.
“Era la tristeza de la pobreza –dice–. Me contaba que cuando era niño, en invierno, tenía que caminar descalzo sobre la nieve varias veces y que su madre a menudo tenía dificultades para poner comida en la mesa".
Giuseppe nunca regresó a Italia y sentía un gran dolor al recordar a la parte de su familia que quedó del otro lado del océano.
Cuando Gisela visitó Nápoles por primera vez, a los treinta años, se encontraba en una situación muy distinta. Se alojó en el lujoso Gran Hotel Vesuvio, pero la música de una mandolina que venía de la calle inmediatamente le recordó las historias de su abuelo y no pudo contener las lágrimas.
Cuando se puso de novia con el que hoy es su marido, el empresario Marcelo Figoli, su abuelo no ocultó su entusiasmo por el origen italiano del chico, descendiente de calabreses.
Con su productora musical trajeron a Argentina a grandes personalidades de la música italiana, entre ellos Eros Ramazzotti, Laura Pausini e incluso Pavarotti. También fue su iniciativa traer nuevamente a Gina Lollobrigida en 1992, para participar del programa de entrevistas de Mirtha Legrand.
“Yo tenía entonces veinte años y quedé muy impresionada por la belleza de aquella mujer –recuerda Gisela–. Tenía un encanto muy especial”.
Para ella, la música italiana es más que un negocio familiar. “Por alguna razón siempre me conmovió mucho –explica–. Siempre sentí una fuerte conexión con la cultura italiana y, al estudiar la historia del arte, esta conexión se volvió cada vez más profunda, porque Italia es la cuna del arte”.
A pesar de ser un coleccionista de arte moderno, siente una profunda admiración por los grandes maestros del Renacimiento. De hecho, su ciudad favorita es Florencia, el lugar donde Donatello, Leonardo, Perugino, Rafael fueron "ragazzi di bottega" (aprendices) de otros artistas, antes de consagrarse como maestros universales.
“La experimentación debe ser una elección basada en el estudio en profundidad de la técnica – afirma Asmundo–. Ahora hay pocos artistas y artesanos que crean en la excelencia y el valor de crear belleza para los demás”.
Para 2024 Gisela planea visitar el sur de Italia, con la esperanza de conocer el Palacio Asmundo en Sicilia y finalmente ser reconocida como ciudadana italiana, para tener por escrito lo que siempre sintió en su corazón.