BUENOS AIRES – En Jerusalén, a veces se llegan a escuchar los estruendos lejanos de los bombardeos que golpeaban la Franja de Gaza.
La ciudad, que sus habitantes describen como la más diversa y plural de Israel por la convivencia de distintas religiones y pueblos, se encontraba a solo 75 kilómetros en línea recta de la Franja, un trayecto que podría recorrerse en poco más de una hora en auto, de no ser por el contexto actual.
Sin embargo, incluso en medio del fragor de la guerra, seguían llegando señales de esperanza y solidaridad desde las Iglesias de Tierra Santa.
Luego del grave ataque al complejo eclesial de la Iglesia de la Sagrada Familia en Gaza, una delegación encabezada por el cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca latino de Jerusalén, y por Theophilos III, Patriarca greco-ortodoxo, entró el viernes en la Franja para llevar consuelo y asistencia a los cristianos afectados.
En ese ataque del ejército israelí, el padre Gabriel Romanelli, párroco de la Sagrada Familia, argentino de origen italiano y referente desde hace años para la pequeña y valiente comunidad cristiana de Gaza, sufrió una herida leve en la pierna derecha.
En su figura se entrelazan identidad y vocación: nacido en Buenos Aires en 1965, Romanelli estudió en Argentina antes de ingresar al Instituto del Verbo Encarnado y luego consagró su vida a la misión en Medio Oriente.
Pocas horas después del ataque, habló por teléfono con el canciller italiano Antonio Tajani y le informó que habían muerto tres personas, además de los daños en la estructura de la iglesia, donde se alojaban cerca de 500 desplazados.
La comunidad cristiana local, integrada por apenas unos cientos de fieles, se encontraba agotada tras meses de guerra, aislamiento y escasez de bienes esenciales.
Días atrás, en una entrevista con la prensa del Vaticano, Romanelli relató las dificultades que atravesaba su comunidad: “Seguimos siendo unos 500, acampados en todos los rincones de la iglesia. Antes del 7 de octubre, los cristianos en Gaza éramos 1.017, unos 300 lograron salir cuando todavía estaba abierto el paso de Rafah con Egipto, 54 murieron, 16 fueron asesinados en el bombardeo que alcanzó la iglesia de San Porfirio del Patriarcado ortodoxo. Acá, de los nuestros, mataron en noviembre de 2023 a la anciana música Elham Farah, y un mes después a Nahida y Samar, madre e hija, justo afuera de la iglesia”.