ROSARIO – Sus orígenes son puglieses “solo” en una cuarta parte. Esto no impide a Sandra Martina, secretaria del Centro de la Familia Pugliese de Rosario, sentirse plenamente parte de esta región.

Para confirmar lo anterior, Sandra reconstruye el registro genealógico de su familia: lombarda por parte materna, abuelo paterno de Friuli y abuela paterna de Martina Franca (Taranto). Y es precisamente con esta tierra del sur –con su mar, sus campos, su gastronomía, el calor humano de sus habitantes– con la que se identifica Sandra, arquitecta de profesión.

“Estoy enamorada de Apulia”, afirma sin vueltas. No es de extrañar, por lo tanto, su compromiso con el asociacionismo regional.

El Centro Familia Pugliese de Rosario fue fundado en 1985. “El 25 de octubre próximo celebraremos su 39° aniversario”, dice Sandra.

Inicialmente la asociación funcionó en la Misión Católica de Rosario, siempre ligada a Italia, pero desde 2001 cuenta con su propia sede. “Abrimos una sala de recepciones que alquilamos a quien la requiera –explica– y esto nos permite conseguir algunos fondos. Organizamos cursos de italiano y deportivos, dirigidos a todo el barrio”.

En resumen, eligen abrir las puertas a toda la comunidad y no solo a los descendientes de puglieses. “Una manera de hacer crecer la asociación –explica– sin perder nuestras raíces”.

La Familia Pugliese organiza encuentros con otros círculos que cuentan con grupos de danza, para difundir los bailes populares de las diferentes regiones, y participa en ferias y eventos con stand propio. “Tenemos un mapa de Italia para mostrar dónde queda la Apulia y siempre hablamos de las orecchiette, los tallari y algunos dulces”, explica. De un lado la geografía y del otro, las emociones ligadas a la comida y a los recuerdos de infancia.

“Ahora podemos aprovechar el auge del Turismo de Raíces para fortalecer el vínculo con nuestra tierra de origen –afirma–. Hace un tiempo estuve en Ostuni, hice un curso de italiano de 15 días y no me quería ir. Me había hecho amiga de todos, hablaba con el carnicero, el verdulero... Era como estar en casa. Una experiencia que todo el mundo debería tener”.