ISERNIA - “El arte, como un hijo, nace de mi alma, me rompe el corazón y me destroza las entrañas. Pero el verdadero milagro solo ocurre cuando puedo compartir contigo la magia de la luz, del color y de la esperanza”. Con estas palabras, Mariela Bellotto, artista y docente tucumana, cerró la exposición Radici e Futuro que tuvo lugar recientemente, entre el 27 de febrero y el 2 de marzo, en el Castello Medievale de Macchiagodena (Isernia), en Molise.
Una experiencia que la llevó de regreso a la tierra de sus raíces (sus abuelos y su padre son molisanos), que parece tener mucho en común con su Tucumán natal: sus montañas azules y nevadas, los prados verdes salpicados de flores, la generosidad y el calor de su gente, al igual que la tierra que la nutre. “Estar acá es como regresar a mis montañas: nos sentimos seguros, amados y llenos de gratitud”, cuenta la artista.
La exposición forma parte del contexto más amplio del Turismo de Raíces, la iniciativa promovida por el Ministerio del Exterior italiano, dirigida a los italianos en el extranjero y sus descendientes que desean redescubrir sus orígenes visitando los lugares de donde vienen sus familias, y fue organizada por el Municipio de Macchiagodena y la Pro Loco, una asociación sin fines de lucro cuyo objetivo es el desarrollo de las actividades turísticas y culturales del territorio.
La elección del Castello como sede de la exposición no fue casual, ni tampoco se debe a razones logísticas. Como explicó el propio intendente de Macchiagodena, Felice Ciccone, esta estructura no solo representa el monumento más importante del pueblo, sino que también ha sido destinada a actividades culturales, en particular aquellas que involucran a los emigrados de Macchiagodena.
“Nuestro municipio cuenta con muchos emigrantes en el extranjero –cuenta el intendente – que se han trasladado hacia América Latina, y en particular Brasil y Argentina en los dos períodos posteriores a las guerras mundiales”.
La exposición se enmarca dentro de un conjunto de iniciativas que el municipio puso en marcha para mantener vivo el vínculo entre los habitantes de Macchiagodena residentes en Italia y aquellos fuera del municipio, con un enfoque particular hacia los migrantes en Sudamérica.
El encuentro con Mariela Bellotto se había producido con anterioridad y por cuestiones principalmente burocráticas, pero que permitieron a la administración de Macchiagodena conocer su arte y apreciar su talento. Así, se decidió involucrarla en este proyecto y dejar que hablara de historias de la migración alguien que la vivió en carne propia.
Mariela Bellotto.
“Veo la emigración como un proceso en dos fases –explica Mariela Bellotto–. La de nuestros abuelos, que trajeron consigo una rica carga cultural y humana, y nuestro retorno a las raíces, enriquecido por el profundo universo cultural andino de nuestro Norte Grande”.
Para esta muestra, que no se limitó a la mera exhibición de los trabajos más significativos de la artista argentina, se seleccionaron obras que “revelan los puntos de luz comunes entre nuestras culturas: el amor por la tierra, la fe en Cristo y en la Virgen María, y la celebración de nuestra identidad a través del tango, los misachicos (celebraciones populares, ndr), el cóndor, las procesiones y los carnavales. Cada obra cuenta una historia de dos siglos, un entrelazamiento de identidades argentinas, alimentadas por dos culturas milenarias –la romana y la andina– fusionadas en una simbiosis trascendente”.
Entre ellas, una obra particularmente querida por la artista es la de Cristo, símbolo del don de Dios: la vida y el tiempo para vivirla. “Una obra nacida en oración, una invocación por la salud de nuestro querido Papa Francisco”.
Algunas obras de Mariela Bellotto en el Castello Medievale.
El uso del color y las pinceladas morfológicas emergen como rasgos distintivos de la obra artística de Mariela Bellotto, profundamente vinculada y representativa de la cultura andina. Sus creaciones cuentan el amor por la Madre Tierra, la alegría de vivir y la conexión con el arte sacro, en escenarios casi idílicos y surrealistas, hechos de montañas azules y colores vibrantes. Para Bellotto, la expresión artística también se convierte en un medio para comprometerse con lo social, para apoyar el derecho a la vida y defender el planeta.
“Mi objetivo es sacar el arte de las galerías, hacerlo más accesible y cercano a las personas, porque, al final, el hombre nace artista y el fin último del arte siempre es el compartir”, cuenta Mariela.
Como se anticipó, el Castello Medievale de Macchiagodena no se limitó a exhibir los cuadros de la artista argentina: de hecho, como subraya el propio alcalde Ciccone, se convirtió en un lugar de encuentro de dos culturas que parecen compartir más de lo que se podría imaginar, una oportunidad para el diálogo, el redescubrimiento y el acercamiento al arte en un sentido amplio. Durante los cuatro días de la exposición, de hecho, el Castello abrió sus puertas a maestros y niños de las escuelas de Macchiagodena, quienes participaron en un taller creativo y presentaron monografías sobre sus experiencias personales relacionadas con la migración.
Se leyeron historias andinas del libro Kusikuy (Alegría, en quechua) del poeta argentino Enzo Pujol, y la artista también participó en una sesión de pintura en vivo. También hubo un espectáculo de Giuseppe Massaro, quien interpretó canciones y música popular molisana, y otro de Romina La García, un emotivo concierto de música popular argentina.
“Este encuentro de sonidos y tradiciones me inspiró a crear una obra que celebra la fusión cultural italo-argentin” –cuenta Mariela–. Todas estas actividades nos han permitido construir una especie de puente entre culturas, permitiéndonos conectarnos, compartir y comprender nuestro pasado, ampliando al mismo tiempo nuestra visión del futuro”. De ahí el título de la exposición.
“Deseo expresar mi profunda gratitud a Silvana Celina, Anita Manocchio y todo su equipo por la generosidad con la que nos recibieron”, concluye la artista. “Un sincero agradecimiento también al alcalde Felice Ciccone y al vicealcalde Corrado Del Buono por su hospitalidad, presencia constante y su espíritu abierto y universal”.